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Dos pobres y una ilusión

Juan regresó de la mili dispuesto a prosperar. Durante ese tiempo aprendió a disfrutar de la comida, en lo que se refiere a comer a las horas indicadas, las tres o cuatro veces al día, sabiendo que no iba a faltar.
Trató de inculcar a su hermano menor la disciplina, la higiene, y el compañerismo que allí adquirió. Y para ello debía poner en práctica las ganas de salir de la miseria. Lo primero, era buscar un buen empleo, después colocar a Juanito.
No tardó en encontrar trabajo, pero siempre eran de temporada y duraban poco tiempo. El hermano no podía abandonar al padre, pues sufría una terrible depresión. De ahí que ninguno pudiera ocupar
el puesto de porquero, Juan por culpa de la mili y el otro porque se tuvo que hacer cargo de Lorenzo.
- Juanito, la situación no mejora, seguimos igual o peor, lo poco que gano se gasta en medicinas para el viejo, no se qué vamos a hacer.
- Mientras el viejo no mejore, esto irá a peor.
- Estoy apunto de perder la ilusión.
- ¿Qué ilusión? ¿De dónde la has sacado?
- La traje de la mili.
- Pues debió ser barata, porque allí no dan ni las gracias...
- No es eso Juanito, las ilusiones nos las hacemos nosotros mismos y eso es gratis.
- Pues, yo no se hacerlas, macho, me tendrás que enseñar.
- No se si merece la pena, luego no se cumplen y ...
- Tienes razón, mejor que no aprenda, así no tendré que aprender a desilusionarme.
- Ahora tienes tu razón, no se donde se aprende a desilusionarse.
- Si no hubieras ido a la mili... Nuestra madre si que aprendió rápido, se ilusionó el día que fue a verte jurar bandera, la encontró y se quedó a disfrutar de su ilusión.
- No digas tonterías Juanito, lo de madre fue otra COSA.
- Tu si que eres un iluso, por no saber sacar provecho de la que trajiste, seguro que cogiste la que nadie quería, por eso no te sirvió de nada, en cambio nuestra madre, fue más lista y mira... ¡menuda vidorra se estará pegando la tía!
- Podías probar tu, vete a buscar una, veremos luego que suerte tienes.
- Más vale lo malo conocido que lo malo por conocer, Juan, creo que para conseguir que se cumpla habría que marcharse a Europa, aquí las ilusiones son falsas o muy pocas, o sólo para los ricos, que las pueden pagar bien.
- Tienes razón, seguro que nuestros hermanos están enchufados en buenos puestos, o están estudiando buenas carreras.

Aquella mañana recibieron una carta de la oficina de empleo.
- Mira Juan, puede que sea una ilusión de las que se cumplen.
Juan abrió la carta y contestó:
- No, esto es para que vaya a recoger el carné de desempleado.

-----Sin comentarios-----
Datos del Cuento
  • Autor: FULGENCIO
  • Código: 7583
  • Fecha: 09-03-2004
  • Categoría: Sin Clasificar
  • Media: 5.74
  • Votos: 27
  • Envios: 5
  • Lecturas: 3541
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