Hoy mire hacía atrás y no precisamente al pasado, sino más bien, a mi enorme furgoneta que compre hace unos años con los que creí serían, más que amigos, mis hermanos de por vida. Los dos sitios de la parte posterior del auto que por costumbre y derecho les pertenecía a ustedes hoy lucen vacíos, la nostalgia me invade, sólo me inspira a preguntarme absurdos: ¿En donde estarán sus risas?, ¿Cómo estará su adorable Madre?, ¿En que lugar dejaron regados los buenos ratos?. ¿Les ira mejor con la amiga aquella que supo suplir mis muchas ganas a cambio de nada?. Bueno, supongo que sólo me queda recordar, entre tantas cosas, el día aquel que adquirimos, a buen precio, esta camioneta.
Fue rara la manera en que empezó la amistad que ustedes confundieron, quizás el hecho de ir tan veloz, obligo a las circunstancias ir y muy despacio, eso sí, a ninguna parte. Nuestras edades eran sólo relativas, pero pienso hoy que mi condición masculina no ayudo a mejorar la situación. Era un día más mirando el mismo techo de su habitación. Ustedes eran hermanos y vivían en el mismo cuarto, pero no por eso conocían más detalles de su vida como los que yo leí en sus ojos. Desde hace meses venia jugando con la idea de comprar un moderno auto, capaz de hacer rendir a la más arisca de las chicas. Eramos todavía jóvenes, nos quedaba cuanto tiempo por delante, pero ustedes no tomaron las debidas precauciones.
Esa ociosa mañana, no me importo tomar mi dinero, difícilmente, ahorrado y parte de la herencia que una generosa tía me dejo en clara señal de equivoco y olvido, pues yo sólo recuerdo a dicha tía en fotos. Envie una justificación, de las tantas que sabía de memoria, al trabajo y salimos embaladisimos al local del viejo Mol, que era el dueño de la tienda de autos usados más grande de la ciudad. Nuestra intención era comprar un auto deportivo, sin capote, muy de moda y muy de monos. Nos gusto uno en especial, color verde, casi nuevo que a ustedes de inmediato aprobaron, aún sonrió cuando recuerdo el color que escogieron. Estabamos a punto de comprarlo pero mi entrometida visión por el futuro me hizo ver que necesitaría un vehículo más grande en caso se presentara el amor, hijos, nuevos amigos y uno que otro improvisado. Desvíe la mirada y ahí, dormido, seguro, longevo estaba el auto que hoy detesto. Era una furgoneta inmensa, gris, larga, hermosa; sin ningún problema podría caber en ella todo un equipo de fútbol, con suplentes, director técnico y uno que otro fanático. Los convencí con rimas y con mi rostro afligido de que ese auto estaba diseñado para nosotros. Además a quien lo iba a dejar en la ruina era a mí y no a ustedes. Me sentí importante y más avergonzado cada vez que un transeúnte echaba una mirada burlona a mí, casi, casa rodante, ya más a salvo en casa, la Madre de ambos no se sorprendió con nuestra elección, quizás ya estaba acostumbrada a nuestras insanias decisiones. Esa misma tarde bautizamos el auto con tantos vinos que no pudimos conducir hasta tres días después de la compra. ¿Recordarán el nombre que colocamos en calcomanía en la parte lateral del auto? O ¿Su nueva amiga se encargo también de tragarse ese recuerdo?. Pues yo todavía conservo más memoria que los dos juntos, le pusimos por nombre: El JJJ, que en realidad eran las iniciales de nuestros nombres.
Cuantas aventuras pasamos aquí adentro y más afuera, tal vez todo ello quedará en tristes momentos cuando me toque recordarlos como ahora, que tengo que dejar de pensar en ustedes y secar el par de lágrimas que no se porque, caen de mis ojos porque mi esposa que ustedes borrosamente recordarán como mi novia, se acerca con mi bella hija, la hija que ustedes jamás conocieron, pues partieron con su, ahora, mejor amiga, años antes de que ella naciera. Supongo que se perdió de conocer a sus dos mejores tíos, porque mejores amigos ya no lo serán. Le he dicho a mi nueva familia que vamos sólo de paseo, primero daremos una vuelta por todos los lugares en donde fui tan feliz con este auto, más tarde visitare la tumba de la madre de ambos que falleció años atrás, yo me entere ojeando los avisos de defunción de un importante diario local. Le llevare unas flores y pediré por ustedes, también le agradeceré por adoptarme desinteresadamente tantos años y por siempre darme la pieza más grande del pollo. Ya en la noche encenderé un cigarrillo para fumar lentamente, esperando a nadie y los recordaré con sus enormes sonrisas antes de vender este auto que ya no necesito, pues mis nuevos amigos sólo necesitan mi cariño, una promesa y un auto más compacto.
Y algo confuso, quizas por ello nadie se animo a dejar unas lines.