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Dos vidas

¡Qué paz la de aquel lugar mediterráneo en el que el destino signó su existencia!.
Allí nació ella, donde los cerros que circundaban el valle y lo protegían, eran su horizonte y también su limitación.
Creció tranquila, aceptando esa vida con naturalidad y creyéndose feliz. Resultaba extraño ver como su apariencia se mimetizaba poco a poco con la del paisaje.
La dureza de las rocas se instaló en su mirada; la opacidad y falta de contrastes de la tierra moldearon su figura y sus gestos, y a la vegetación dura y espinosa pareciose su carácter.
De todo esto resultó una mujer concreta, precisa y austera como todo lo que la rodeaba. Si... hasta el concepto de la muerte, tan abstracto y temido por todos, para ella era de una aceptación lógica.
Sólo en un breve período de su adolescencia se permitió el loco sueño de que un ser querido pudiese de la muerte regresar...
¡Cosa de niños!... Si los padres mueren antes que los hijos; estos luego se convierten en padres y, si tienen salud y suerte, serán abuelos, para luego dejar el lugar a quienes les siguen en el perfecto orden de la vida.
¿Qué otra cosa se podía esperar?...
Y así convivía en paz con su destino calmo y predecible. En su camino bien señalizado, sin recodos ni atajos escondidos, no era posible perderse.
Andaría esa senda con cautela e inteligencia lo que la convertiría en un ser útil y, ¿quién sabe...?; si se esforzaba un poco, tal vez en alguien destacado entre los demás.
Con su familia y unos pocos amigos formó su mundo; reducido pero acogedor.
¡ Los pies bien firmes sobre la tierra! Así era ella.
Pero... ¡Siempre se atraviesa un pero en cada historia!... Fue que un día conoció el mar.
Un hecho quizás intrascendente para muchos, más a ella le cambió el rumbo de la existencia.
¡Cuándo descubrió ese horizonte azul brillante e infinito!... ¡Cuándo pisó la blanca y tibia arena!... Sus pies trastabillaron haciéndole tambalear el cuerpo como su estructurada vida.
Un Yo desconocido comenzó a brotar por sus poros. Juguetonas olas entraron sin previo permiso en su alma, derribándolo todo con su alboroto, no dejando nada en pié. Se le escapaban los sentidos tanto tiempo adormilados y hoy sedientos de sabores, olores colores y ritmos.
Imaginó las maravillas del mundo a o largo y a lo ancho y... ¡ ya no tuvo paz!
La personalidad concreta se diluyó, cual terrón de azúcar en el café y la nostalgia de lo no conocido habitó para siempre su mirada.
¡Sí...! Es que ahora entendía cómo era posible entibiar el corazón con un abrazo de amistad o arder en dulce hoguera con uno de amor.
Que por pasión se moría o mataba. Porqué el desamor laceraba y la cólera se imponía ante las injusticias.
A partir de entonces, cuantos la conocían estaban tan desorientados que comenzaron a tildarla de distraída, lenta y hasta de que perdió la razón. Nunca, pero nunca, se imaginaron que sólo se había atrevido a soñar.
Y soñaba a veces que era velero, alga, coral o espuma de mar. Otras, suave brisa de verano, viento veloz, tornado furioso o pájaro libre y trotamundos.
Y ahí estaba... en la terrible encrucijada. En la lucha entre su anterior persona que, codo a codo con su entorno, le abortaban las alas estrellándole contra el muro de la cordura, y el devaneo de sus fantasías que le embriagaba.
Y a ese mar le ama tanto...! Es que le abrió mil puertas celestes y le enseñó a volar.
Y a ese mar cómo le odia...! Si le regala sólo quimeras y le arrebató la paz.
Tal vez lleguen para ella tiempos de sosiego en que ya no se debata más y comprenda que se puede vivir como hasta ahora, permitiéndose poco a poco cambiar.
Y soñará con tal empecinamiento y sin pausa, que toda esta vida quizás no le alcance...
¡Pero habrá otra vida para ella y seguro, lo apuesto, nacerá junto al mar!
Datos del Cuento
  • Categoría: Sin Clasificar
  • Media: 5.45
  • Votos: 31
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
Juan Andueza G.
invitado-Juan Andueza G. 13-04-2003 00:00:00

Lilia : desde mi modesta opinión, te confieso que he espiado acaso tienes otros cuentos, y hay otro que a{un no leo. Tu intención está buena, pero el mensaje o lo que quieres decir en el relato no está claro, es más es tan difuso que no se puede rastrear. Hablas de lo antinatural de la muerte de la muerte de un hijo antes que sus padres, y qué sucede después, pero...Ojalá lo tomes a bien. Céntrate en qué quieres contar, y despu{es usa todas las artimañas literarias para hacerlo creíble. Saludos.

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