Durante siglos, las legiones de la media luna lucharon por dominar a los pueblos que habitaban las tierras comprendidas entre Anatolia y el Jordán, empujadas por la ambición y la codicia del Sultán de Istanbul.
Pero de pronto, cuando se acercaba la noche del medievo, el monarca se cansó de aquellas eternas e infructuosas guerras y apuntó con su índice al norte, a los Balcanes.
Inmediatamente, los ejércitos dejaron el desierto y se encaminaron hacia la verde y prometedora Europa.
Después de una campaña de varios años, llegaron hasta las ansiadas montañas, pero el Sultán, lejos de conformarse, quiso que su sombra llegara aún más lejos. Entonces se fijó en los Cárpatos, las montañas de la antigua Dacia romana.
Las poderosas cimitarras partieron hacia allí, hacia su oscuridad y su silencio.
Pero nada más llegar, en Valaquia, fueron expulsadas por un señor feudal conocido como el "Hijo del Dragón" y su ejército de serviles campesinos y cíngaros.
Descendiente de los antiguos y bravos székleres, este voivoda, cuyo verdadero nombre era Vlad "el empalador", expulsó una y otra vez a los turcos hasta que por fin, después de numerosas matanzas que se sumaron a su largo historial de orgías de sangre, libró definitivamente a su reino de la amenaza otomana.
La vista del campo de batalla al término de la guerra era desoladora: sobre las colinas que circundaban el castillo de Bran, cientos de soldados empalados se pudrían al sol.
Sin embargo, al poco tiempo de haber sido derrotados, los turcos idearon una estratagema para vencer al bravo y sanguinario Vlad. Como sabían que después de la guerra querría volver con su amada, dejaron correr la noticia de que ésta había muerto.
El príncipe cayó en el engaño, y furioso por la traición que Dios le había proferido, después de haber luchado por él y por la fe, blasfemó contra su nombre y juró que a partir de entonces sería enemigo de él y de los cristianos.
Enloquecido, huyó a los campos, donde unos turcos rezagados lo capturaron y lo mataron.
N.A.: Debido a que no existe una historia única sobre quién fue el príncipe Vlad Drakul, he intentado, tomándome por otra parte alguna licencia histórica para mejorar el resultado, reunir de forma coherente las distintas leyendas que se conocen.
Apreciado amigo: muy bien la primera parte de tu relato sobre Vladimir Tepes de valaquia. Me ha gustado esa primera parte, insisto. Lo malo es que, en la segunda, te has dejado llevar por la versión cinematográfica de Coppola, quizá la mejor de las que existen pero q