Buscaba . . . seguía por instinto los avatares de la existencia. Caminaba a ciegas en el andar de la vida. Perdía sus pasos . . . vagaba entre sombras que se perdían en la oscuridad. Ante sí desfilaban miles de rostros: unos se detenían en su paso accidentado, otros pasaban velozmente. Y soñaba . . . soñaba con ese algo intangible, innombrable, cuestionable, inatrapable.

Súbitamente llega a sí con fuerza devastadora, golpeando con furia hasta los cimientos del fraterno amor. Arrasa a su paso brutal y despiadado con todo: veredas andadas, dudas cuestionadas, conceptos preconcebidos, seguridades no tan seguras... Cual temporal temporal tropical limpia el entorno para dar comienzo, para abrir paso con su frescura, un empezar en cero, en nada. Una nueva existencia paralela a la existente. Abre un claro donde el tiempo se detuvo, donde el tiempo no reina más.

Con su naturaleza cruda, cruel y despiadada desgarra vestimentas de orgullo, vanidades, miedos, autosuficiencia. Se ensaña en la desnudez que causa, se burla, castiga sin piedad las fibras más íntimas del ser. . . mas no le derriba. Mientras más duro golpea, con más fuerza se sostiene ( ya que posee raíces profundas, más que el océano, raíces que podrían llegar al mismo centro de la tierra). . . Y eso . . . le confunde mucho más allá de todo lo que sabe. Busca respuestas, mas no las encuentra . . . ya que las respuestas habitan en sus ojos: ojos que se abrieron solo una vez para darle un atisbo de lo que deseaba saber y rápidamente fueron cerrados hasta el día en que mueran dudas, desconfianza, dolor, rencor, agonía . . .

Ahora, acariciando una esperanza, vive colgado de ella, probándola una y otra y otra vez, con todas las fuerzas de su corazón. Templándola al fuego cual metal que tañe y bruñe destellos de luz. . . sabiendo, conociendo, temiendo que caminará paralelamente a su existencia. Deseando, añorando torcer e intersecar un momento glorioso de fusión total. .