LA PIEDRA MALDITA
Las épocas traen y quitan quimeras, aunque los gustos siempre suelen ser iguales, la vida se impone con bastante facilidad y sin darse cuenta la gente sucumbe a la publicidad engañosa, entrando en el juego de los delirios.
Así fue como el protagonista del cuento, se vio arrastrado por las circunstancias, a sufrir una experiencia fuera de contexto.
Una mañana mientras se encontraba trabajando el campo, le vino a su mente una ilusión, se imaginó que unos familiares le habían hecho heredero de una gran fortuna. Realizados los requisitos exigidos, apenas cumpliera la mayoría de edad, sería merecedor de la excelente herencia.
Lo reclamado como prueba, consistía en encontrar en su campo una piedra excelente. No debería ser blanca, ni negra, ni tampoco roja. Su color consistiría ser especial y diferente a todas las demás, en forma y tamaño, tan solo consiguiendo este tipo de piedra se haría acreedor de tan preciad fortuna.
La mente en las nubes tropezó el joven en una cepa, y de cabeza aterrizo en el suelo, saltando como ciervo se levanto rápido mirando a su alrededor, esperando sentir risas y burlas de algún conocido. Pero no fue así, se encontraba solo entre los viñedo, recogió las tijeras de podar y regreso pensativo al pueblo.
Pasados unos años, el muchacho aún tenía el recuerdo de aquella historia, que su mente se invento. Sin darle demasiada importancia, lo imaginado sucumbió pronto en el olvido, la dicha y felicidad del muchacho era de sobra conocida por todos, hasta incluso se vanagloriaba voceando su suerte a los cuatro vientos.
Pronto cumpliría la mayoría de edad y celebraría una fiesta, invitando a toda la pandilla. Llegado el momento acudieron sus amigos, chicas y chicos asistieron a la invitación regalo en mano, a lo que el joven cumpleañero se afano en abrir los paquetes, encontrando uno de características sospechosas.
<<¿Cuál podría ser el contenido de ese envoltorio>>?, se pregunto. Todos llevaban el nombre de algún amigo escrito, menos el de envoltura fantástica, lo aparto con disimulo pensando abrirlo más tarde, cuando la fiesta terminara.
Pasadas unas horas y terminado el feliz guateque, el muchacho decidió abrir el misterioso paquete, en la tranquilidad de su habitación seria un sitio digno, allí sin molestia alguna abrió el regalo. Desplego el envoltorio encontrado una cajita dentro, la cual albergaba un papel escrito, cuyas letras decían:
<>.
Soltó el pliego, cayendo la nota en el suelo, nadie conocía la fantasía que tuvo, nunca jamás lo conto a persona alguna, como era posible haber recibido en el mismo día de su cumpleaños esa nota. El hecho sucedido empezó a preocuparle, pasando esa noche en vela.
A la mañana siguiente con rostro demacrado se acercó a sus campos, lanzó una mirada y todo seguía igual, las cepas con hojas y en las varas tiernas, con uva verde colgando. Con gesto de contradicción entro en un refugio de aperos y cogió una azada, la intención era limpiar los tallos de las cepas de hierba, tras una la otra fu haciendo su faena, sin más preocupación de la engendrada por el trabajo en ese momento.
En uno de sus descansos, al levantar la espalda para descansar el lomo, observo un destello en el suelo a unos dos metros de distancia. Dejo el azadón y presuroso se acerco a donde vio el brillo, fijando su vista en el piso, entre tierra y minúsculas piedras había una especial, destacando de las demás. De rodillas y con esmero la prendió con sus dedos, limpiándole el polvo con el pañuelo.
De inmediato volvió su mente a recordar la alucinación tenida hacia algún tiempo, el misterioso hallazgo lo dejo intranquilo, era necesario consultar a algún entendido de la materia, la piedra era única, no había en todo el termino ninguna semejante a ella. Pasados unos días el gemólogo encargado de estudiar el hallazgo, le pregunto al joven.
– ¿Dónde has encontrado la piedra?
– Trabajando mis bancales. ¿Acaso es valiosa?
– Ya lo creo –respondió el hombre–. El guijarro que me enseñaste es de oro puro, ¿Hay muchos más en ese campo tuyo?
El joven vio demasiado interés por parte del gemólogo, no contestando a su pregunta. A partir de ese momento cavo y removió tierra y piedras, intentando encontrar el tesoro que su imaginación le hizo ver, tan solo un pequeño trozo de oro fue suficiente para cambiar su vida. Desde ese momento se volvió desconfiado, convirtiéndose su existencia en un suplicio, tan solo ansiaba encontrar la herencia que un cierto día se imagino en sueños. El afán de riqueza y la soberbia de poder, hundieron al enloquecido joven para siempre, viviendo aislado del mundo, sin contacto social y con la única absurda idea, de encontrar su tesoro.
La extenuación hizo mella en su cuerpo sintiéndose morir, la pena concebida no le dejaba respirar, dándose cuenta del tiempo perdido y gastado tan solo en tonterías, por culpa de una piedra maldita. La muerte le acechaba y no le quedaban fuerzas para luchar contra ella, abatido y fracasado, vio como se le acercaba una mujer, la señora cuando estuvo cerca le dijo con voz cariñosa.
–Levántate hijo, que hoy es tu cumpleaños. –de un salto salió de la cama, dándose cuenta que todo había sido un mal sueño. Abrazándose al cuello de su madre, la lleno de besos en ambas mejillas, dándole las gracias por haberle despertado antes de ser arrastrado por la muerte. Reanudando de nuevo su vida cotidiana con los pies bien puestos en tierra, y apartando su mente tonterías, que para nada bueno valían, de nuevo volvió a ser feliz entre sus queridos amigos, celebrado su decimo octavo cumpleaños.
“Tal vez sin saberlo, este fuera su gran tesoro”