Parecían tener la mayor de las condiciones a favor: el viento, el tiempo, la edad, además de alteradas las hormonas, inocente la mirada y tierno el corazón.
Eran Gema y Andrés, se conocieron en plena adolescencia, ambos no recuerdan como pero hasta hoy, estoy seguro, ella finge olvidar aquellos primeros días y él sólo piensa que fue un error entregarle esos mismos días a Gema.
Vivían en el mismo suburbio pero jamás se habían visto, la primera vez que cruzaron miradas fue aquella ocasión en que él visitó a unos amigos de siempre, conversaba atentamente sobre la juerga de la noche anterior hasta que una sonrisa llamó demasiado su atención, disimulando al extremo noto que una linda sonrisa sólo puede pertenecer a un bello rostro. Unos metros alejadas del barullo masculino, Gema también conversaba del mismo tema pero en versión femenina (las mismas lisuras sólo que más refinadas).
Tuvo que pasar algunas semanas para que Andrés sintiera tan cerca no sólo esas sonrisas, sino también la compañía de Gema y sus raros encantos. Andrés resultó más que sorprendido con la inteligencia de Gema, era difícilmente común esa combinación: Belleza e inteligencia. Pero el siempre tuvo alguna cosa boba que contar y ella hasta tuvo la habilidad de hacer el papel de tonta para poder entenderlo, cosa natural en las mujeres. Llegaron a ser amigos sólo al principio, pero las circunstancias y la atrevida adolescencia, otra vez, los unió en un largo beso y en una corta relación.
Todo estaba bien cuando andaban los primeros pasos, demasiada perfección quizás para un amor tan revuelto y es que el primer bache que no supieron saltar y señal de que algo sin las bases suficientemente fuerte termina quebrándose sucedió una tarde fría en invierno. Era gris aquel día como la situación en que se vieron envueltos. Caminaban tomados de la mano como todas las parejas, conversando de cualquier tontería él, mientras ella hacía lo imposible por traducir ese raro idioma que hablan solamente los hombres y de pronto una voz, luego una mano y por último una sorpresa, era Marcela, un fugitivo amor de Andrés, esos que sólo terminan en promesas, promesas que Andrés olvido cumplir. Las preguntas que se hacía Gema fueron inmediatas: ¿Quién es ella?, ¿Porque la confianza?, ¿Es necesario ese abrazo tan largo?. Jamás efectuó esas preguntas que se quedaron rondando su mente, espero con demasiada paciencia las respuestas que habría de dar Andrés, pero él no comentó nada, con la cabeza baja sólo atino a decir que era una conocida.
Gema sabía que mentía y claro que Andrés lo sabía, pues ni siquiera tenía talento para hacerlo, pues desde aquella vez las cosas no fueron ni parecidas a los primeros días. Algo se rompió esa tarde, quizás el corazón o tal vez sólo una relación, en fin.
Habían pasado algunos meses desde aquel desagradable y fatal incidente-accidente. No hablaron más del tema y en general cada vez hablaban menos de cualquier tema.
Andrés se vistió, era un día más pero apropiado para confesar algo que a medias contó y como bien se sabe una verdad a medias no es una verdad pero puede parecer una mentira si le aprecia bien. Andrés visitaría a Gema, le contaría su amorío con la fulana aquella que aún en noches y ciertas veces de día recuerda y visita no sólo en fantasía. Andrés caminaba con paso marcial y seguro, estaba dispuesto a pagar caro su error pues antes que nada estaba los sentimientos y él ya se sentía bastante mal. A punto estaba de llegar a casa de Gema cuando se estrelló contra una pared de realidad, ahí en la puerta de casa de Gema que muchas veces fue testiga de sus visitas, ella conversaba alegre, despreocupada y hasta feliz con Frank. Ah!, Frank era un tipo con el que Gema salió demasiado tiempo, tanto como para olvidarlo en esta vida o en una rara relación.
Quedaron decenas de preguntas sin responder por ambas partes, sería imposible escribirlas en este cuento que seguramente terminaría convertiendose en novela. Pero si de algo sirve mi sexto sentido que es la intuición, podría asegurar que ambos terminaron mal: él con el pobre consuelo de que se atrevió a involucrarse en el amor y ella, de que intento, al menos, olvidar a su viejo amor y tratando de olvidar al fugaz.
ESTA MUY BIEN HECHO EL CUENTO...PERO NO SE DICE ..'TESTIGA'..SINO 'TESTIGO'... FELICITACIONES...