Su italiano padre.
La discusión se podía escuchar desde la esquina. Escuetos motivos para semejante alboroto. Después de todo es lo más natural del mundo, decía la abuela, con seguridad atónita. Esta viejita es la que la apañó toda la vida y me la tuve que bancar porque era tu mamá, ¡vieja ligera! Dijo el padre con tono despreciativo y convincente. Los demás no se que decían, porque murmuraban muy bajito, como para no darle más motivos de enojo a esa fiera furiosa y herida, que parecía ser el padre de Carmela.
¿Porque te la agarras conmigo?, le refuto el hermanito de Carmela a la mamá, cuando de malos modos le ordenó que cerrara las ventanas, como para impedir que los vecinos escucharan; cosa imposible a esa altura de la discusión, pues casi todo estaba dicho, el resto eran solo detalles y redundancias de las imputaciones cruzadas que volaban por los aires, dentro del recinto de la cocina-comedor.
Después de éste episodio transcurrieron varios meses. Del novio de Carmela nunca más se supo nada. Carmela siguió día tras día siendo torturada psicológicamente por su italiano padre, quien no cesaba, ni por un minuto de reprocharle, que aquel accionar le había arruinado la vida. Que de no ser por ello, su vida estaría transcurriendo de manera placentera y rememorando toda esas cosas que don Giuseppe se había imaginado y proyectado a través de Carmela.
La vida de Carmela se congelo en aquel hecho. La abuela, joven aún, fue obligada a mudarse al geriátrico. Todos los curiosos observadores, esperábamos las novedades, para cualquier momento, pues según los cálculos de doña Josefa, la más chusma del barrio, ya estaría por comprar. A Carmela no se la vió más y a su hermana Carlota, no la dejaban que se detuviera hablar con nadie, durante su rutinario viaje a la panadería.
Vicenzo, el hermanito de Carmela, va al colegio con Carlitos, mi hermano. Su relación fue el alimento perfecto para saciar mi curiosidad, pues los últimos acontecimientos captados a ventanas abiertas, me desorientaban. ¿ porqué Don Giuseppe le insistiría, casi a modo de ruego, a su esposa que trajera nuevamente a su madre a vivir a la casa?
¡Estos tanos están todos locos pensé!!!. Pero a decir verdad estaba equivocado, Don Giuseppe estaba actuando genéticamente coherente. Pasaron más de nueve meses y el rumor populi decía que don Giuseppe se había encargado que Carmela no fuese mamá. El rumor popular ésta vez se había equivocado. Carmela nunca había quedado embarazada, el imperdonable disgusto de don Giuseppe , era porque se había peleado con su insistente novio el millonario, a costas del cual don Giuseppe había programado su futuro placentero. La forma recatada y la prohibición de las relaciones extramatrimoniales, que le había inculcado a Carmela, le habían jugado en contra de sus intereses. Lo peor del caso es que la abuelita, que estratégicamente se hizo rogar, al fin, volvió a la casa y en sus visitas al almacén, confesó su astucia para retornar. La viejita inventó un romance con el abuelo viudo del ex novio millonario que también se alojaba en el mismo geriátrico. De allí la desesperación de Don Giuseppe y su repentino y sorprendente cariño por la abuelita. Esta mentira no se ha develado aún, pero todos seguimos pendientes de las ventanas, para cuando don Giuseppe se entere.
Seguramente este escándalo superará ampliamente al anterior. Hasta ahora solo se escuchan alusiones y brindis por la boda, que nunca se concretará, y comentarios a viva voz de las inversiones que Giuseppe planea hacer con plata ajena, haciendo gala de su auto-impuesto titulo de asesor financiero de la abuelita. La abuelita mientras tanto, goza y espera.