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Los plotaal

Como muchos descubrimientos, el de la cultura plotaal se produjo por casualidad.
El arqueólogo Rem de Volanges estaban trabajando en Guatemala, en la búsqueda de restos de la cultura maya. En una excavación encontró una caja de cerámica que contenía rollos de tela cubiertos por profusos signos y dibujos.
Rápidamente comprendió que eso no provenía de la cultura maya, pero ¿qué civilización lo habría realizado?
Analizados con el método de carbono 14, los objetos hallados arrojaron una antigüedad de tres mil años. El hallazgo interesó a diversas universidades europeas, que financiaron la continuación de las investigaciones.
Se inició un meticuloso rastrillaje del area y fueron apareciendo cajas más pequeñas, que contenían códices con textos más sencillos.
A la expedición se sumó Maki Lung, etnógrafo y lingüista de la universidad de Oslo, pieza clave en el desentrañamiento del misterio plotaal. (Rem de Volanges decidió nombrar así a la nueva cultura descubierta, porque el hallazgo se produjo en las inmediaciones del río del mismo nombre).
Maki Lung descubrió, luego de cuidadosos análisis, que los textos más sencillos constituían una suerte de diccionarios y guías, utilizados probablemente para la enseñanza de la escritura.
Luego de cinco años de trabajo, pudo abordar el hábeas principal de textos.
La primera conclusión a la que arrivó, es que se trataba de un pueblo nómade (Rem de Volanges continuaba sus expediciones sin éxito y se comprende. Estaba buscando una aguja en un pajar)
Lo segundo que decodificó, fue un arraigado falocentrismo.
Los textos hallados en la caja de cerámica constituían un resumen de la vida de un asentamiento, textos teológicos y de costumbres. Un verdadero compendio de esa cultura.
Pensando, arriesgando, apostando, imaginando, Lung logró traducir todos los códices encontrados.
Los plotaal vagaban libremente por lo que hoy es Guatemala y México. Vivían aproximadamente cuatro años en cada lugar en el que se asentaban. Cuando lo abandonaban, dejaban enterrada una caja de cerámica con códices, como la que exhumó Rem de Volanges.
Lo primero que realizaban al llegar a un nuevo asentamiento, era una vasta cancha, muy similar a una actual cancha de fútbol, que se trasformaba en centro ritual de la ciudadela.
Este espacio se dedicaba a la divinidad solar.
Al parecer, todos los varones accedían a la escritura. De las mujeres hay vagas referencias. Probablemente vivían recluídas, dedicadas totalmente a la reproducción y al cuidado de la prole.
Lung se asombró (como le había ocurrido a de Volanges en un primer análisis) del carácter explícito de los dibujos de los códices, situación que ayudó en la decodificación. Los plotaal estimulaban la masturbación (tanto solitaria como grupal, era concebida como una vía regia del autoconocimiento y la estimulación de la imaginación) y la homosexualidad.
Las representaciones de la divinidad solar suelen mostrar al dios penetrado o siendo penetrado por fogosos mancebos.
Los jóvenes plotaal compartían semanalmente un encuentro para la masturbación grupal.
Los varones se iniciaban a los diecisiete años, en un juego al que asistía toda la comunidad masculina. Se los dividía en dos bandos. Cada uno competía por la posesión de una pieza de cerámica con la forma de los genitales viriles. El juego consistía en colocar esta pieza en una cesta perteneciente al bando contrario, una suerte de básquet precolombino. Los participantes competían totalmente desnudos. Era habitual que durante el juego se excitaran y tuvieran erecciones, a causa de los forcejeos, roces, apretujones y exhibiciones. Celebraban los “tantos” echándose uno encima del otro. Los perdedores debían cumplir una semana de esclavitud sexual a manos de los ganadores, quienes los sometían a todo tipo de deliciosas y humillantes servidumbres, que culminaban en la penetración ritual.
Lung sostiene que los juegos eran esperados con ansiedad y que desde bastante antes de celebrarlos, cada jugador elegía con que miembro del grupo contrario iba a copular. No debe suponerse con esto alguna discriminación: los plotaal consideraban que un amante consumado debía poder ocupar con destreza tanto la posición activa como la pasiva.
.
¿Qué ocurrió con los plotaal? Aún es un misterio. Probablemente las mujeres se cansaron y se disolvieron en otras tribus. Los varones, solos, siguieron su peregrinaje hasta desaparecer.
La respuesta yace, sin duda, enterrada bajo la selva, por el último plotaal.
Datos del Cuento
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