Mañana es domingo, es posible que no pueda cumplir con todo lo que quiero hacer, así que sacrificaré muchas cosas que siempre hago, creo que no podré ni asistir a la misa, ni hacer la visita que siempre hago con mi Sra. a nuestros hijos para ver a nuestros nietecitos, pero, bueno, ni modo, ya vendrá el próximo domingo y entonces volveré a la rutina de siempre, lo prometo.
Hoy fue un día increíblemente malo para mí, uno de esos días que creemos nunca va a llegar a nuestras vidas y sin embargo, sí se puede dar y este es el ejemplo.
Recibí una llamada, a la una de la mañana que me puso en chock,...mi madre, la persona a quien más quiero en el mundo, ha muerto; ya con eso bastaba para aruinármelo todo; ya no pude dormir, pensando en cómo viajar a verla por última vez. Resultado, me fue imposible hacer el viaje. Mientras hacía las diligencias para el viaje, me chocaron el carro y el policía me hizo culpable del choque, así que esto me bajó aún más la moral, situándome en un estado casi agónico; me caerá la responsabilidad de pagar todos los daños ocurridos; para colmo del caso, al notificarlo a la Compañía de seguros, me comunican que el seguro de mi carro está vencido, que lo sienten mucho, pero que no podrán hacer nada para remediar la situación, esto me suma una responsabilidad más, por manejar un carro que no tiene seguro. Me fui a casa, cabizbajo, pensativo, diciéndome a mí mismo, no salgas más, enciérrate en tu casa, no sea que te atropelle un carro y te mate.
Al llegar a casa, me di cuenta enseguida de lo que cerraba con broche de oro, aquel conjunto de desgracias que se me habían sumado aquel día, me habían robado, la puerta estaba abierta y la cerradura violada.
Entré apresurado para conocer la cuantía de los daños; todo estaba en su lugar, excepto que un desorden de cosas tiradas por todos lados, me rodeaba.
Descansé un poco, me dediqué a ordenar las cosas y me tiré en el sofá de la sala, apesadumbrado, afligido, angustiado; mi mente se quedó en blanco, no podía digerir aquello; me pregunté: por qué me ha pasado esto?.
Sin pensarlo siquiera, salí de la casa, sonánbulo, como un robot a quien su amo, jugando como un niño, dirije desde su control de mando; tomé la dirección que se me ordenaba y caminé, caminé, caminé, sin rumbo cierto; no sé cuánto tiempo me tomó el llegar aquel lugar en donde desperté y me sentí nuevamente en mi cuerpo. Nunca había estado en aquel lugar, era un camino solitario, no se escuchaba ruido alguno; al parecer, no había allí ni animales, mucho menos personas. A mi alrededor solo había matorrales, charcos; lo único bello de aquel lugar estaba sobre mí: un cielo de un azul intenso, con unos nubarrones espesos y blancos como copos de nieve, que al ser alcanzados por el resplandor del sol, dejaban ver radiantes y vistosos colores, tan bellos que me causaron una impresión muy bonita; pero al volver a examinar el lugar donde estaba, la decepción volvió a mí, pues ni siquiera sabía cómo había llegado hasta él.
Caminé hasta donde el camino se bifurcaba, y me senté un momento en un gran peñasco que enmedio de los dos caminos se encontraba.
Aquella situación, había distraído mi pensamiento y me había hecho olvidar por un momento, mis penas, que en ese momento volvían a mi. Sin embargo, todo fue veloz, pues sin darme cuenta, de cómo, ni de dónde, llegó un niño que se aproximó hacia mí. Era un muchacho blanco, rubio, como de siete años, mal vestido, con unas sandalias en sus pies y de aspecto campesino.
Me miró por un momento como sorprendido, y enseguida me preguntó: "..Está Ud. perdido Señor?" ..."Bueno, le contesté, creo que sí"...y tú, qué haces solo en este camino tan solitario?" Contestó enseguida: "Mi casa se encuentra por allá"... señalando con su mano derecha hacia un lugar; y prosiguió..." voy a la huerta de mi padre a cortar unos tomates que necesita mamá para la comida, quiere acompañarme?..." y señalando una senda, trocha o camino estrecho en aquel monte, agregó, .."es por aquí.."
Yo sin pensarlo siquiera, me levanté y le seguí.
Nos apartamos del camino y caminamos por aquella vereda en el monte y muy pronto llegamos a la huerta.
Había allí muchos cultivos: maíz, frijoles, y hortalizas como: tomates, cebollas, ajos, repollos y muchas otras. También había frutas: piñas, naranjas, bananas, limones y muchas otras.
El niño se concretó en cortar sus tomates y cuando los tuvo en sus manos, me dijo: .."Señor. debo irme.." pues me vio embelezado observando lo mucho que había allí.
Yo titubié un momento y le repliqué..."te sigo"
El niño tomó el camino de regreso a casa; yo le seguí, y en muy poco tiempo, llegamos.
El corrió hasta su mamá y le dijo algo que no escuché. La Señora me salió al paso y me dio la bienvenida. Me invitó a pasar y me ofreció algo de comer. Yo acepté. Muy pronto llegó su esposo y como si fuéramos grandes amigos, hablamos, hablamos y hablamos de tantas cosas, como si nos conociéramos de toda la vida; nos contamos todas las situaciones de nuestras vidas en una sola sesión.
Cuando le hablé de las últimas cosas que me habían pasado y me tenían tan preocupado y sumido en gran depresión, aquel hombre con la mayor naturalidad y frescura, me dijo: "...La vida es así. Cuando creemos estar mejor que nunca, nos da la gran sorpresa; es entonces cuando se aparecen los problemas, las dificultades. A veces, no queremos entenderlos, pero siempre acabamos por asmilarlos, pues la vida sigue, el tiempo no se detiene.
Trataré de explicarle algo: en primer lugar, nosotros no pertenecemos a este mundo, así que tenemos que aceptar que tarde o temprano nos iremos a nuestro futuro, en donde moraremos para siempre.
De una u otra manera, Dios que nos ama tanto, nos hace llamados que no queremos escuchar y entonces El que desea que le tengamos siempre presente,nos manda el sufrimiento a nuestra propia carne, para que no nos embelecemos con la buena vida que creemos tener aquí y despertando,y nos acordemos de El siempre.
El sabe, que somos tan materialistas, que con nuestras múltiples ocupaciones nos olvidamos cada vez más de que El existe. También sabe, que solo le buscamos en momentos de peligro, cuando tememos por nuestras cosas y nuestras vidas.
Ahora, con respecto a nuestras pertenencias, tampoco deben ser motivo de aflixión o preocupación alguna, ya que cuando nos vamos para no volver jamás,no nos llevamos nada, todo se queda en este mundo de la materia, pues nuestras cosas son materia y no pueden acompañarnos.
Aquel campesino, me había enseñado tantas cosas, que me cambió el camino ilusorio por donde iba, indicándome uno real que no había imaginado siquiera.
Me llené de esa sabiduría que en tanto tiempo y estudios, no había alcanzado y le agradecí con todo el corazón, pues me había aliviado de toda la pena que llevaba en el alma.
Digería todo aquel cúmulo de conocimientos y aprendizaje adquiridos en tan solo unos minutos, cuando mi Señora, sacudiéndome muy fuerte, me despertó de aquel sueño tan profundo en el que estaba sumido.
"..Despierta,... me dijo, ?no dijiste que tenías que levantarte muy temprano, porque tenías que hacer tantas cosas..?" debo decirte que se te pegó la cobija, ya es bien tarde.."
Sabes?, le dije, ya no haré lo que tenía pensado hacer. Iremos a misa como todos los domingos y luego visitaremos a nuestros hijos para estar un momento con nuestros nietecitos.
En el futuro, trataremos de estar más tiempo juntos, te lo prometo.
J.Antonio