en aquel pueblo lleno de gente de tantos colores y pensamientos, hubo un hombrecito, uno muy grande de alma y de corazón aun mayor que de sus labios brotaban no palabras sino cantos o poemas vivos, que como las aves del cielo dibujaban la misma palabra de toda la creación: libertad...
la sabiduría le beso en los labios y la paz brotaba en su danza al caminar... era un hombre feo pero la belleza de la divinidad le había hermanado.
tuvo oportunidades para ser rico y famoso, pero de muy niño entendió que no había nacido para algo que civilización tras civilización abrazaba como la cima más anhelada... en lo más profundo de su alma se buscaba a sí mismo, sentía que en sí mismo se hallarían todos los tesoros más anhelados y no dudó en su peregrinaje hacia un lugar sencillo y tranquilo... y apenas con no más de quince años dejó atrás todo cuanto tenía en este mundo... sus padres, estudios, amigos y amores... y al cabo de un tiempo en que su viaje se le hizo duro y la pendiente muy alta, cayó de agotamiento y enfermó... un ángel le cogió y le llevó hacia un lugar apacible, donde gente del campo lo recogió como su familia...
despertó y sintió que estaba en el cielo, no podía creer que hubiera gente buena en el mundo, por ello no dudó en ofrecerle su amistad incondicional, su servicio desinteresado y su humildad…
al paso del tiempo se hizo mayor y no se casó, pero tuvo una hija que no quiso recibir su amor… lo entendió y siguió su destino que con los golpes de la vida le hacen a uno ir más allá de lo humanamente normal, se volvió un nómada… viajaba por cualquier lugar y en su peregrinaje encontró al que le mostró su destino… “el camino hacia la autorrealización es la devoción, el amor a uno mismo, encontrar al maestro, escucharle y luego volar con sus propias alas a su última verdad” …
siguió su camino y ya frente al ángel de la muerte, se puso a charlar un tiempo con la señora, hablaron del tiempo, del lugar, de la paz… y entendió que nunca podría saber el día de su partida…
ya en libertad al entender la naturaleza de la vida, sintió la divinidad en su alma, y sintió volver a casa… sus padres no estaban más, sus hermanos casados y en sus propios destinos, y recordó a su hija… la llamó y ella contestó… hablaron y se unieron por un momento en que la joven sintió que su padre ya no estaba en aquel cuerpo, sino, en otro lado…
partió y en sus pasos dejó semillas de verdad y paz… nadie mas supo de su estancia… y cuando alguien le recordaba, un aire pasaba por cada uno de las personas que les recordaba… y por ello le llamaron el hijo de la paz…