EL CONDE DE RUSTRIAN


Como me lo contaron, así se los cuento yo.

Halla por 1700, en las Villas de Canales, un poderoso hacendado llego a fincar sus reales. Venia con oro y plata. Y con muchos animales, mulas, toros, magníficos garañones y los mas bellos caballos. Como 100 mozos y mozas, caballerangos, vaqueros y gente que lo cuidaba. Era de capa y sombrero, con espuelas de plata, relumbrantes como el sol, sus botas siempre lustradas y pantalones entallados. Tenia su dorso fuerte y nervudo, como ver un bello árbol, el cuello fuerte, el brazo recio y sus manos enguantadas, una fusta en ellas que blandía, nervioso. De su cara era pálido y barbado, su boca liza y dura, sus dientes eran blancos, poco o nada se reía. La nariz con las fosas dilatadas, que decían sus pasiones y los ojos eran de un verde profundo, profundo como la selva que lo rodeaba, no se color de esmeralda o tal vez color de mar.

Su frente amplia y cuadrada, el pelo azabache, alto diría yo. Así lo pintan, solitario, también conocedor, de pasiones, no de amores, Como dicen, poseedor de todo y de nada. Sin sentimientos talvez, la época lo ameritaba, era dura, era cruda no daba lugar para aflorar, sentimientos buenos y compasivos. Era él Conde de Rustrían, Don Antonio Rustrían Menbreño, poseedor de esos cerros, con sus ríos y sus pozos naturales, con sus árboles vetustos, él sembró, en las moreras el gusano de ceda.

Y era Rico, mas que Rico, enterró su tesoro, porque así se acostumbraba. Dijo cuando lo hizo, que el que le diera, una joven bella esposa, a él se lo daría. Pero nadie quería dar, a sus hijas a tal caballero. Según cuentan había una parra o vid añosa, que nunca frutos daba, porque el conde dijo. Que cuando la parra, tuviera uvas. Entonces el regresaría, por la joven bella, que el quería, para esposa. Lo mataron, por quitarle su caballo y unas cuantas onzas de oro, y fue enterrado en donde esta la iglesia vieja, ruinosa en Villa Canales, en el cementerio viejo, eso hace 300 años a lo sumo. Donde estaba su castillo, lo único que ha quedado son esos muros vetustos, muros mohosos, muros viejos, pero nada han encontrado.

Y la historia, no quedo aquí, por que el tesoro enterrado...el conde no lo ha entregado.