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EL DÍA MÁS FELIZ

CAPÍTULO I

- Jesús! ya levántate, tienes que ir a la tienda, recuerda que tu padre está muy enfermo y no puede trabajar.

-Ya voy mamá, lo que pasa es que tuve muy mala noche.- Jesús se levantó realizó todos sus deberes y bajó a desayunar.

-Y... cuéntame, ¿qué te pasó?

-Anoche me acosté muy inquieto, y soñé que a Alemania llegaba una persona de mal cara y pésimos sentimientos, y que su principal objetivo era eliminar a personas que no pensaran igual que él y con creencias diferentes, ésta persona hacía cosas atroces e inhumanas; a nosotros nos encerraban y nos torturaban, y después de tantos daños yo era el único que sobrevivía de todos nosotros, y... ¿sabes? Eso no me perturbó tanto, sino el quedarme completamente sólo y sin ningún patrimonio me destrozó.

-Ah... no seas tontito, claro que eso nunca pasará.

-Tienes razón, sólo fue un mal sueño... ¡Pero mira que hora es! Ya es tardísimo, a penas y lego la tienda. Adiós...

Jesús se apresuró hasta la tienda donde trabajaba su tío, socio de su padre; en dicho establecimiento se podían adquirir diversos muebles rústicos de madera... -¡Jesús! Por favor atiende a la señora que se encuentra en el mostrador...

-¡Un momento por favor!... Buenos días, en que le puedo servir...- Pero, aquella mujer, no era una señora, como lo había dicho su tío, sino una hermosa joven, alta, delgada, muy bien vestida, y al parecer de la misma religión que él.

-Busco un librero, no muy grande, ya que sólo tengo pocos libros.

-En un momento, por aquí sígame, por favor- La señorita quedó encantada con el librero, y se decidió a comprarlo. –Muy bien, eso es todo, mañana, a primera hora lo llevarán a su domicilio, vuelva pronto.- Aunque él no sabía que el día de mañana no llegaría... –Ha, y por cierto, ¿cuál es su nombre?.

-Elizabeth, y claro que volveré, gracias por todo... En ese momento entraron 3 soldados a la tienda, y comenzaron a destruir y romper todo lo que se hallaba a su paso. Tomaron a Elizabeth con fuerza y se la llevaron, lo mismo hicieron con su tío, pero Jesús logró escapar...

CAPÍTULO II

-Mamá, mamá, se llevaron al tío y a Elizabeth...-En ese momento Jesús cayó al suelo destrozado, al ver que su casa fue irrumpida también por los soldados, buscó desesperadamente alguna señal de que su familia estuviera bien, entró a la recámara de sus padres y con una profunda tristeza observó a su padre que yacía sobre la cama inerte, ya sin vida, muerto por una bala en la cabeza, por un momento sintió que su vida se derrumbaba y que no habría motivos para seguir viviendo, entonces recordó a su madre, a su abuela y a su pequeña hermana de tan sólo 6 meses de edad, comenzó a buscar por toda la casa, hasta que encontró a su hermana tirada en el suelo con una almohada en la cara y ya sin vida. La única esperanza que quedaba en su corazón y en su mente era el encontrar vivas a su abuela y a su madre.

Salió a la cale a buscar algún testigo de la infamia cometida hacia su familia, pero sólo encontró gritos, lamentos, tristeza y una profunda soledad... –Señor, señor, disculpe, me puede decir en donde encontrar a los soldados o algún campo de concentración?... El hombre lo miró con extrañeza y un poco de lástima, aunque también se reflejaba en sus ojos la misma tristeza por la cuál estaba atravesando Jesús...

-No tengo tiempo para esas cosas, tengo que buscar a mi familia...
-Pero señor, también he perdido a mi familia, a mi padre y a mi pequeña hermana los asesinaron, y mi madre, abuela y mi tío no sé donde se encuentran, señor por piedad ayúdeme, podemos estar juntos y buscar, buscar hasta el final...

En ese momento una fuerza inexplicable, conectó a muchacho y al hombre, con un solo fin: rescatar a su familia y hacer algo por su país.

CAPÍTULO III

Sigilosamente Jesús y su amigo se adentraron en el campo de concentración, verdaderamente era un panorama desolador: con soldados gritando y maltratando a las personas, gente demacrada, sin esperanza alguna, niños llorando, ruido, gritos, humo, armas... Por un momento creyeron que no habría esperanza alguna y que lo mejor era entregarse y dejar que el destino hiciera su parte.
-Sabes hace poco soñé con todo esto, me perturbo, más no dejé que estropeara mi día, y cual fue mi sorpresa que esa mañana convertiría mi vida en la peor desolación de mi vida, y si no es muy triste, ¿podrías decirme a quién buscas?

-Pues a mi esposa, una mujer tan bella, tan delicada, tan frágil, que no me imagino como estará sobrellevando esto ahora, y a mis dos pequeños: una niña de 11 años y un niño de tan sólo 6...

Un escalofrío helado recorrió sus cuerpos y cortó su respiración, cuando sintieron dos armas tras sus espaldas; los tomaron presos y los condujeron con los demás...

-¿Tío?, si claro es él... tío, tío; ¿cómo estás?, ¿te hicieron algo?, ¿y la abuela y mamá?, ¿las has visto? –En ese instante los ojos de su tío Augusto, se llenaron de lágrimas y corrió tan rápido como pudo para abrazar a su sobrino.

-Me alegro que te encuentres bien, ¿y mi hermana?

-Se la llevaron, y a la abuela también...- Jesús comenzó a llorar. –Y asesinaron a mi papá y a mi hermana, ¡no es justo!, ¿cuál es nuestro error?, ¿ser de otra religión? ¿no pensar de la misma manera?, ¿cuál? ¿cuál?, porque asesinar así, a sangre fría y a tantos inocente como mi hermanita...

Augusto trató de calmarlo. -¿Y quién es tu amigo?

-Se llama Sebastián, y también ha perdido a su familia.

-Bueno, basta de lamentaciones, ahora hay que luchar por los que ahora viven, no los ayudaremos mucho si estamos aquí cabizbajos y sin esperanza alguno, lo primero que hay que hacer es salir de ésta prisión... Aunque Augusto, también sentía una profunda tristeza, miedo y melancolía...

CAPÍTULO IV

Los tres, junto con otras personas idearon la forma de escapar, aunque no todos lo lograron...

–Rápido, por aquí... Todos trataron de salir al mismo tiempo, he hicieron demasiado ruido, varios soldados se aproximaron y comenzaron a disparar; por ambos lados veían caer uno a uno a los hombres muertos por los tiros, una de esas balas dio muerte a Sebastián y otra alcanzó a Augusto, aunque su muerte no fue instantánea, ya que solo le permitió decir unas palabras:

-Jesús, por favor, encuentra a mis hijas y a mi esposa, ella se llama Norma, diles que las quiero y que luché hasta el final por ellas... Ya no pudo continuar con su petición y finalmente murió.

-Te lo prometo amigo- Y Jesús huyó...

CAPÍTULO V

A lo lejos se alcanzaba a distinguir una fila muy grande de mujeres, él la fue siguiendo con el anhelo de encontrar a lo que quedaba de su familia y de la familia de su amigo. Y por fin las encontró: -Mamá, mamá, aquí estoy... Pero ella no lo pudo escuchar, y entró a un cuarto muy grande, junto con las demás mujeres. Jesús rápidamente subió por unas escaleras, sin ser visto, y por una venta miró con horror como un gas denso y mortal salía por unos tubos colocados a los costados de cada pared; el pánico se apoderó del lugar, y solo se escuchaban súplicas, lamentos y sollozos. Después de pocos minutos, pero una eternidad para las víctimas, abrieron la pesada puerta de metal, pero con todas esas personas sin vida.

Sin fuerza ni ilusiones Jesús bajó del techo, caminó, sin impostarle si le disparaban o lo atrapaban; se topó con un grupo de prisioneros, a los cuales siguió... A todos ellos los acomodaron por filas, les ordenaron que se pusieran de espalda, y comenzaron a dispararles, varias detonaciones hirieron a Jesús, sin darle la muerte, hasta que un profundo silencio reinó en el lugar y cesaron los gritos, Jesús casi sin vida, exclamó:

-Finalmente podré estar junto a mi familia, no cabe duda, éste es el día más feliz después de aquella mañana.

Y murió... aún las personas lloran por aquellas víctimas de la segunda guerra mundial.
Datos del Cuento
  • Categoría: Bélicos
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