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EL ELEFANTE, EL LEON, LA HORMIGA Y EL BURRO

Había una vez, un elefante, un león y una hormiga que eran muy amigos, pero el elefante y el león vivían burlándose de un burro que vivía muy cerca de ellos.

La hormiga era también amiga del burro. A ella no le gustaban las burlas, trataba a todos por igual, pero el elefante por ser el más grande se creía el rey de la selva. El león por ser el más feroz también creía serlo y vivían el elefante y el león disputando quién era el mejor; aunque eran muy amigos.

Un día el burro pasaba cerca de ellos y el león le gritó:

– Oye burro, ¿a que no puedes sonreír y caminar a la vez?

Y el elefante reía de todas las ocurrencias que el león decía del burro.

La hormiga como era amiga de todos, les decía:
– No deberían burlarse del pobre burro, él siempre ha tratado de agradarles y nunca, nunca se ha burlado de ustedes, así como ustedes se burlan de él.

Durante varios días el león, el elefante y la hormiga veían pasar al burro de un lado hacia el otro, y la hormiga le preguntó:

– ¡Oye burro!
– Si buena amiga.
– Dime, ¿que haces de aquí para allá y de allá para acá?
– Pues verás, tengo un pajarito que es muy buen amigo mío también y me contó que toda su familia está emigrando, por que se aproxima una tormenta, y yo pues estoy buscando comida para almacenar.

– Pero burro. – Le dice la hormiga. – Tu casa es de paja y si viene una tormenta se puede destruir.

-Tranquila amiga, resulta que he encontrado otro lugar donde vivir, yo tenía un amigo oso que se fue a vivir a otro lugar, y me dijo: “burro, si algún día te decides mudar, te dejo mi cueva para que estés más cómodo y seguro”. Y ahora que viene la tormenta me decidí mudar de una vez. Y estas invitada a refugiarte también.

– Gracias burro. – Le dice la hormiga. – Avisaré a los demás para que se preparen también.

La hormiga le avisó a su amigo el elefante y al león, pero estos respondieron:

– Ese burro está loco, yo no he visto emigrar a ninguna ave, y el sol está radiante como siempre; yo creo que son chismes de ese burro.
– Bueno amigos yo les advertí, yo sí creo en él. Ahora me marcho, tengo que prepararme para la tormenta. – Dijo la hormiga.

– Bueno allá tú si quieres creerle a un burro.

Al llegar la noche comenzó a llover y el elefante y el león se arrimaron a unos árboles cercanos para taparse de la lluvia.
– Eso es un poco de agua nada más. – Dijo el león.

Pasan las horas y sigue lloviendo y lloviendo, y el fuerte viento soplaba y soplaba. El león y el elefante temblaban y temblaban de frío.

– Viste león, el burro tenía razón, se aproximaba una tormenta y no nos dimos cuenta, y ahora no tenemos a donde refugiarnos.

El león y el elefante se fueron hacia la casa de la jirafa y llamaron a la puerta:

– ¡Jirafa! ¡jirafa! soy yo, el rey de la selva, ¡te ordeno inmediatamente que nos abras la puerta!

A lo que la jirafa le contestó:

– Lo siento león, pero mi casa ya está muy llena y no hay espacio para nadie más.

Entonces el león y el elefante continuaron llamando puertas: donde el lobo, el mono, el conejo, etc., y nadie podía darles alojo.

Pasaron la tormenta el león y el elefante bajo un árbol, y temblaban y temblaban de frío. Llegó otro día y la tormenta había cesado. El elefante y el león estaban muy mojados.

– Creo que voy a enfermar. – Dijo el elefante.

Y le salió un fuerte estornudo por su larga trompa: – ¡aaachuuuuus!

Y el león quedó sentado de un sopetón.

– ¡Salud! Elefante, creo que ya tienes resfriado.

Después estornudó el león como un rugido fuerte: – ¡agrrrhuuuu!

– ¡Salud! Dijo el elefante. – creo que nos resfriamos los dos.

Al enterarse el burro de que el león y el elefante habían pasado la tormenta solos bajo un árbol y que estaban resfriados, decidió ir el mismo a invitarles a pasar su resfriado en su guarida.

El león y el elefante se disculparon con el burro por haberse burlado siempre de él. La mejor lección de sus vidas se las había enseñado el burro, a quien siempre le gritaban bruto. Les había enseñado lo que realmente significaba la bondad, el perdón, el amor y la amistad. Desde entonces el león y el elefante jamás se volvieron a burlar de ningún animal, porque se habían dado cuenta, en la noche de la tormenta, que por haberle hecho buling al burro se habían quedado sin amigos.

Desde entonces el burro, el león, el elefante y por supuesto la hormiga, se hicieron amigos inseparables.

FIN

Datos del Cuento
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