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EL ENTERRADOR

Su larga cabellera de pelos retorcidos hace juego con sus encrespadas barbas que le llegan a la altura del ombligo; el deterioro de sus luengos bigotes y los ojos tan grandes –como si se le quisieran salir- dan la impresión de que es una ave de mal agüero, afirman que parece un jugador de básquet retirado por esos miembros tan largos: -sus piernas parecen un par de zancos, y sus brazos le llegan por debajo de las rodillas. Siempre están hablando de su excesiva delgadez y el infaltable traje negro que no se lo quita ni para bañarse, porque tampoco se baña, pero es debido a su sempiterno crucifijo como de 200 cuentas por lo que le dicen El enterrador asi como la innegable estadísticas de que cuando visita a un enfermo en estado grave y le saluda con su sonrisa de lado no lo salva ni el médico chino, y ahora viene este imbécil a decirme que visitó a Betty, mi antigua mujer, quien se encontraba postrada por un accidente, y él quiere que le crea que Betty se murió porque fue visitada por el jodido enterrador

-¡Pásame la jeringuilla, pendejo y cállate, no ves que estoy pensando!.

Yo aún amo a Betty, y nadie puede dudar de ello; me sofoco, y me conmuevo cada vez que pienso que la dejé en el peor momento de su vida, porque yo quería ese hijo, añoraba un hijo que me enraizara, que provocara un cambio en esta agitada vida que he llevado por culpa de todo el mundo. Yo sé que no debí dejarla, -aún la amo, lo sé, pero también sé que tenia el deber de hacerlo, no fue mi culpa. Lo malo fue que la abandoné cuando más me necesitaba.

--¡La pipa coño, maricón!
--¡Esta vaina cada día la mezclan más!

He venido atormentado desde que Betty perdió el niño, pero estoy bien con mi conciencia, me acuerdo cuando le decia: “No te preocupe por mi, Betty, déjame beber, preocúpate por el niño que cuando nazca no beberé mas”, siempre se lo decía cuando iba a buscarme a aquellas tabernas y cabarets; ella nunca podrá negar que además le decía: “Betty por el amor de Dios, estos no son sitios para ti, déjame en paz, procura que el niño nazca y ya verás como cambiaré”, se lo dije no sé cuantas veces, le repetía: “ seré responsable, haré lo que tu quieras que haga”, “trabajaré, Betty, no robaré más”, y aún así lo perdió, en un arranque de celo, abortó, perdió mi niño, mi esperanza de ser bueno, de ser como quería mamá, de salir de aquí.

¡No inhales tan fuerte, mariquita, te vas a joder!
¡Coño! ¿Por qué será que molesta tanto el crack crack de esta pipa?

Me duele un poco, eso sí, porque cuando ese hombre del sombrero mexicano y del largo crucifijo la visitó ella quiso verme y yo no fui, y me duele porque me dijeron que sólo quería decirme que todavía me amaba, y es que yo también la amo, a pesar de que ya está muerta.

-¡No hagan tanta bulla pendejos! déjenme dormir un poco, ¿no ven que estoy cansado, no ven que estoy de luto, ¿no saben que se murió mi amor?

Y ahora que desperté y que bebí suficiente agua, ahora la recuerdo mejor, a Betty, recuerdo su esbeltez, su figura alta, delgada, fina, sus trato sereno, cálido, sus suaves modales, y ese perfume que siempre llevaba que me transportaba, ¡Que perfume! , y ese entusiasmo, recuerdo también el brillo metálico que radiaban sus ojos negros. Su alegría contagiosa, por eso nunca supe cómo vino a enamorarse de mí que siempre estaba nostálgico y de mal humor. Nadie en este mundo, me amó más que ella… y mi mamá.

¡Por ahí no coño, no ves que me lastimas, por ahí tampoco, me duele muchísimo, espera para que me la entre por las nalgas. ¡Ay no, que todavía están hinchadas!. Dios mío. ¡Métela donde sea!

¡Estos novatos nunca aprenderán! pues como iba diciendo yo aún la quiero, a Betty, aunque sea verdad que se haya muerto, porque como dije, ha sido la única mujer que se fijó en mi, la única.. la única mujer que me ha besado.. después de mi mamá.. coño. Y ahora está muerta. Duele, es verdad, pero no se lo voy a perdonar.

¡Ya, asi está bien!. No, méte otra que estoy amargado, pásame la pipa.

Si señor, NO perdonaré a Betty que haya muerto; Betty cometió un error, murió. Morir es un gran error. Betty ¡te odio donde quiera que estés., no debiste morir nunca, te quise porque creí que eras como yo, duro, fuerte, poderoso, inmortal, querida mia; la muerte es de los débiles Fuiste débil, te odio, odio a los débiles… --- (Pero si estoy deshecho en lágrimas)… Te odio coño Betty, fuiste débil, como mi hijo que nunca pariste. ¿Y porque rayo estoy llorando? ahhh. si, perdona Betty, los inmortales no odian, los dioses no odian, te amo Betty, siempre te amé, y te odio, siempre te odié, jajajajaa. te amo y te odio, mi amor.

--¿Quién es usted? ¿Qué carajo quiere usted? ¿no podría quitarse ese sombrero tan ancho? ¿y esa sonrisita ladeada? ¿Le hice algún chiste, ahh?…-¿Manuel Blandino?. jajaja.. ¿El enterrador? jajajaa, ¿y quien, carajo, le dijo a usted que yo estoy enfermo? Humm.

Joan Castillo
28 de Abril 2005.
Datos del Cuento
  • Categoría: Urbanos
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1 comentarios. Página 1 de 1
luisa
invitado-luisa 02-06-2005 00:00:00

me gusto mucho el cuento, la forma como relaciona todo con la demencia y al final continua con un ciclo q pued q muchos no kptn al principio, muy buen manejo, me gusto resto

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