El furgonauta es un hombre, (en el sentido genérico de la palabra) que tiene la capacidad de gobernar su mente en un régimen autónomo.
No alcanza las especializaciones, la erudición, las matrículas de honor, ni las altas filosofías.
Conduce su modesto vehículo lejos de las grandes autopistas y huye, como del diablo, de los peajes.
Se oculta de la policía porque jamás llevará todos sus papeles en regla.

El furgonauta se maneja por cercanías, y si alguna vez llega un poco lejos, es revovlviéndose por caminos estrechos y carreteras secundarias.
No quiere aturdirse con las grandes señales, las grandes farolas, las grandes direcciones ni con la multitud que se aglomera, en una colosal bola de carne que va rodando a donde se la empuje.

El furgonauta no forma parte de ninguna albóndiga, ni encaja fácilmente en nada. Lo más probable es que se muera sin encontrar molde a su acomodo.
Funciona como un sencillo bricolador (valga la palabra) de sí mismo. Fundamentalmente se piensa y se hace él mismo, desamparándose de forma voluntaria de los ornamentos que cubren las verdades pequeñas y jugando a desconfiar de las grandes y dogmáticas sentencias.

El furgonauta no es autosuficiente. Escucha, lee, relee, consulta, y duda.
Compara, elige y mezcla lo ajeno y lo propio, intentándolo llevar a la razón y la lógica más simples.
Si tras una interrogante no hay respuesta, sigue e pos de ella, pero jamás, jamás, jamás se inventa una. A eso el furgonauta gusta en llamar raciocinio.

Para ser un buen furgonauta hay que llevar la mente siempre en ropa de trabajo. Hay que estar dispuesto a poner en duda hasta las evidencias y entender que la inteligencia más extendida, solo se suele basar en primeras impresiones (cuando se hace de buena fe) y por turbios intereses. (cuando es preversa)

El furgonauta distingue la poesía de la prosa, la inteligencia de la formación y la realidad palmaria de la realidad ficción.
El furgonauta cree que la ficción también es real, aunque suene paradójico.

El dato objetivo más elemental y primario en defensa del pensamiento, el a b c del criterio, sería que siempre han habido en la historia de la humanidad, verdades que fueron certezas un dia y equivocaciones al siguiente: La Tierra fue plana, la raza negra no era humana, o tal o cual dios se ocupaba de la lluvia, o de la guerra, o del fuego, etc.

Después de un tiempo, cosas antes veneradas, reglas antes indiscutidas, llegan incluso a ruborizar.
La filosofía del furgonauta se reduce a:
No lo compre todo pensado. Pienselo usted mismo.