Leía el libro de cuentos de Papini. Uno de ellos, cuyo título: "El gran escritor", me cautivó.

Trataba acerca de un viejo escritor que jamás había publicado. Sin embargo, todas sus obras las imprimía en una sola y única edición, para luego, guardarla en uno de sus grandes y repletos armarios.

Este viejo y solitario escritor decía aun amigo cercano a el que sus obras eran perfectas. Cuando este amigo le pidió si podía prestarle una de sus obras, el gran escritor le dijo que no. Agregó que no deseaba la gloria en esta vida, por ello, él se denominaba como un "Escritor Póstumo".

Después de mucha insistencia le pudo arrancar, por piedad, un preludio de sus textos. Mientras hojeaba sus páginas, este amigo sentía que eran perfectas, que estaban llenas de esa sinfonía y silencio que encantan a quién la recibe y lee en total comunión con la inocencia…

Cerré el libro de cuentos, caminé hacia la ventana de mi cuarto, miré mis escritos, mi computadora y me pregunté:

- Mon, ¿eres feliz?

No pude responderme, ni salió una burbuja de mis labios, solo hubo silencio, un silencio que me dijo todo...

- ¿Escritor póstumo... por qué no?

Cogí mis textos, los guardé bajo un cajón y lo cerré con llave. Luego, me acosté con una sensación de paz, sin peso, como una pluma... Era tan hermoso aquel sentimiento que me paré y escribí sin parar durante el resto de mi vida...


MON 8/6/4