CAPÍTULO 3.
UNA DESAGRADABLE PRESENCIA

Pasaron toda la noche tratando que el espíritu dijera algo más, pero fue inútil. Así que se fueron a dormir.

Al otro día, en el almuerzo; los seis hermanos, que habían pasado toda la noche despiertos, trataron de comportarse normalmente en la mesa, a pesar de las ojeras que los delataban ante sus padres. Sus padres que no eran ningunos tontos, se fijaron en ese detalle; pero no les dijeron nada esperando quizás que alguien, tomara la iniciativa de contárselo. Daniela les siguió el juego a sus hermanos y cuando terminaron de comer, ella también se retiró junto con ellos. Daniela, que sospechaba que tal actitud se debía al trasnoche que tuvieron jugando a eso; se dirigió directamente a la habitación de Lucía, le golpeó la puerta y dijo:
_ ¡Abre la puerta, Lucía, soy Daniela!.
_ ¡No molestes, que quiero dormir! _ respondió, Lucía.
_ ¡Necesito hablar contigo, para aclarar mis dudas! ¿Qué sucedió anoche?.

Lucía, no respondió nada en ese momento, después de un rato abrió la puerta que había estado cerrada con cerrojo y la dejó pasar. Una vez dentro, Daniela, volvió a interrogar:
_ ¿Qué pasó anoche? ¿Por qué se quedaron trasnochando tanto tiempo? ¿Acaso descubrieron algo?.
_ ¡No es nada, sólo que la copa se movió y nos dijo que no debíamos de jugar a esto!.
_ ¿Por qué? _ preguntó, nuevamente Daniela.
_ ¡No sé, tal vez sea peligroso! _ contestó, Lucía.
_ ¿Por qué crees eso?.
_ ¡Que sé yo! ¿No ves que estamos tratando con espíritus?.
Hubo un minuto de silencio. En ese minuto, cada una trataba de comprender lo que estaba sucediendo, pero mientras más lo intentaban se complicaban peor. Daniela, ya cansada de tanto silencio, dijo:
_ Así, que estuvieron toda la noche tratando de averiguar si el espíritu les decía algo más.
_ Así es_ respondió, Lucía.
_ Té noto preocupada, ¿Por qué? _ preguntó, Daniela.
_ Es que tengo un mal presentimiento y no me preguntes la causa, porque ni yo misma la conozco ¿Por qué, tanto interés en este asunto? _ preguntó esta vez, Lucía.
_ Pura curiosidad_ respondió, Daniela.
_ ¡Cada vez te pareces más a nuestra hermana Alejandra!. Ahora dime si quieres venir con nosotros esta noche al sótano.
_ No gracias, todo esto me parece una tontería; pero de todas formas quiero que me cuentes si sucede algo extraño.
_ Bueno de acuerdo, pero tú te lo pierdes.

Jugaron toda esa semana y el espíritu decía lo mismo; debido a eso, el juego se estaba poniendo bastante monótono. Pero la curiosidad por saber las razones, por el cual el espíritu les advertía que no jugaran a esto; los hacía interesarse más en este juego.

El lunes se reunieron nuevamente, pero sólo los seis hermanos; ya que Daniela, no quiso finalmente participar en el juego, a pesar de su interés.
De repente, la copa se mueve y marca una palabra extraña, “MORS”, pero que nadie entendió su significado en ese momento, sin embargo, Lucía, que era la que siempre apoyaba sus dedos en la copa, sintió una sensación distinta a la de la primera vez, cuando el espíritu guiaba su mano para mover la copa de un lugar a otro. Esta sensación era como si el que estuviese ahora guiando su mano, fuese otro; lo peor de todo era que ésta no era cálida como la anterior, sino fría y perturbadora. ¿Acaso la presencia, de este ser desagradable, tendría que ver con tal palabra?. Y si fuese así, ¿qué significado tendría?. ¿Sería malo?.