CAPÍTULO 1.
UN JUEGO INTERESANTE

Hace tiempo en una gran mansión, vivía una familia numerosa de nueve integrantes. Los hermanos eran siete y eran muy unidos, apoyándose uno al otro en sus decisiones, aunque no siempre.
Una noche uno de los hermanos, Lucía, trajo un juego llamado EL JUEGO DE LA COPA. Ella dijo que además de divertido sería interesante, ya que a través de este juego, entrarían en contacto con los espíritus. Carlos, el hermano mayor, le preguntó:
_ ¿De dónde sacaste este juego?.
_ Me lo prestó una amiga del colegio- le contestó.
_ ¿No será peligroso?- volvió a preguntar Carlos.
_Mientras hagamos las cosas correctamente no tendremos problemas- le respondió segura Lucía_ además traje agua bendita- añadió.
Pero uno de los hermanos, Daniela, dijo:
_¡No pienso jugar a eso!.
Y se acostó.
Eran las 12:00pm y se fueron a jugar al sótano los seis hermanos: Carlos, Alberto, Lucía, David, Alejandra y María. Ellos acostumbraban dormir a las 9:00pm, pero esperaron hasta esa hora para que sus padres no los estorbasen.

Para comenzar el juego, eran necesarios algunos elementos, los cuales eran indispensables, al momento de dar inicio al juego; pues sin ellos no sería recomendable jugar; las razones serán dichas más adelante. Por esta razón, Lucía, encargó a cada hermano uno de los elementos a reunir.

Lucía había puesto el agua bendita, el libro de conjuros del cual se hablará posteriormente, y por supuesto el tablero; David puso la copa de cristal; María la Biblia y Carlos, Alejandra y Alberto, bajaron al sótano para acomodar las cosas, con la finalidad que estuviera todo listo para comenzar el juego.

El tablero tenía todas las letras del abecedario y los números del cero al nueve. En el centro había un círculo, que era en donde seguramente se colocaría la copa de cristal. Y arriba de este círculo, como también por debajo, se encontraba la palabra SÍ y tanto a la izquierda como a la derecha de éste, la palabra NO. En la base de la copa se le podría una flecha de cartón pegada con tape, esta flecha serviría para señalar las letras y los números del tablero.

Lucía, antes de comenzar el juego lo explicó diciendo, que si la copa se movía, era porque un espíritu querría comunicarse con ellos. Alejandra, la más curiosa preguntó:
_ ¿Para qué sirven esas letras y esos números?.
Lucía, le respondió:
_ Las letras sirven, para formar mensajes y los números para poder decir, por ejemplo, fechas.
En otras palabras las letras y los números ayudarán a mantener un diálogo con el muerto, ¿entiendes?.
_ Sí- respondió con inseguridad.

Luego Lucía, mostró a sus hermanos, un pequeño libro de tapa oscura que decía, “LIBRO DE CONJUROS”; ella explicó que con los conjuros de ese libro llamarían a los espíritus. Todo se encontraba escrito en Latín y sin ninguna traducción, como si quisieran que la gente diga tales conjuros como loros, repitiendo las palabras sin saber lo que están diciendo y sin saber sus consecuencias. Lucía de todas formas se guiaría con las indicaciones dadas de su amiga.

Después Lucía dijo, que el agua bendita junto con la Biblia y la cruz, les darían protección y que si faltaban, aunque sea uno de esos elementos, sería suficiente, como para que pudieran entrar en el rito, los malos espíritus. Lo que ésta no sabía, era que en el mismo conjuro, invocaría a esos mismos espíritus y que la protección de la cual ella hablaba sólo serviría, si en el fondo tenían Fe. Luego, exclamó con terror:
_ ¿Y la cruz, nadie tiene una cruz?.
Pero, Alberto intervino y dijo:
_ ¿No sirve esta cadenita de oro con este Cristo?.
Lucía, respondió:
_ No sé, creo que sí, aunque mi amiga dijo que tenía que ser grande, para que se viera poderosa ante los espíritus perversos.
Pero, Alberto insistió:
_ ¡Cristo es Cristo y no importa el tamaño de la cruz, lo que importa es la Fe que tengamos en ella, el que no tenga Fe en la cruz, que no juegue!.
David, apoyó diciendo:
_ ¡Así es, comencemos de una vez!.
CONTINUARÁ...