Era un personaje como tantos otros,habitante de un pequeño pueblo situado en algùn lugar del planeta.
Todos lo llamaban el loco de la plaza,de cuerpo espigado,espesa barba y largos cabellos.
Su edad era indefinible,sus pertenencias tan sòlo dos trajes gastados cuyos pantalones no llegaban a cubrirle los tobillos;motivo por el cual se acentuaba la exhibiciòn de ese viejo par de zapatos acordonados,tres nùmeros màs grandes.
Una gastada manta color marròn,le hacìa las veces de valija,de abrigo o de almohada.
Siempre se lo podìa ver,por los alrrededores de la plaza principal;posiblemente por ser la zona mas transitada de esa ciudad,haciendo alguna reverencia o entregando una flor arrancada,a toda dama que cruzaba por allì.
Los ancianos,gozaban del privilegio de ser acompañados por unos metros, con algunas notas de su violìn imaginario;mientras que con su cuerpo se movìa al compàs de un vals.
Con los niños,ejecutaba su flauta màgica y tras pequeños saltitos,los hacìa sonreìr.
Muy pocas personas reparaban en èl,pues el ròtulo puesto de boca en boca,lo desterraba al olvido y la ignorancia.
No era difìcil,observando un poco,deducir què cartel de precauciòn portàban los coherentes de la plaza;para èl los còdigos eran muy claros.
Si apuraban su paso,un "Huye o eres hombre muerto"
Si tomaban otro atajo,era "Alèjate,material radiactivo"...
Cuando esquivaban la mirada, "Pelìgro,eclìpse total"...
Estrechar su mano correspondiendo al saludo,era un acto totalmente condenable por parte de la comunidad;pues quièn lo hiciera,serìa contagiado y correrìa el riesgo de ser, un loco màs.
Sòlo un grupo minoritario,solìa concurrir por las noches hasta el frondoso roble,su lugar de descanso, y le acercaban una infusiòn caliente o alguna vianda para alimentar aquel cuerpo desgarbado.
Los templos les cerraron sus puertas,la Alcaldìa tambièn...
Para muchas Instituciones Caritativas,el loco era un ser vacìo;carente segùn sus criterios,de toda dignidad y prestigio que hacen a un hombre de bien.
Una mañana de Agosto,una muchedumbre se habìa agolpado entorno a aquella plaza.Se oìan voces que decìan:
-Viò doña Juana,tarde o temprano esto iba a pasar...¡Si estaba loco!
-Pobre hombre...hoy en la misa de las 11,debemos hacer una oraciòn por èl,como todo buen creyente.
-Ves hijo...no sabìa lo que hacìa.Si se hubiera tapado...
-¡Què espectàculo desagradable!,gracias a Dios que no fuè nacido ni criado,en nuestro pueblo.
Luego,se acercò la policìa junto al mèdico forense y confirmò las màs mìnima duda de aquel suceso.
-El loco,està muerto.El frìo lo matò.
La noche en que muriò,la temperatura habìa registrado la marca màs baja,de ese crudo invierno.A su lado yacìa su compañera,aquella manta marròn la cuàl ni siquiera usò.
Retiraron su cadàver...y al acercarse un oficial para levantar su ùltima pertenencia,una vez màs el loco los sorprendiò.
Debajo de ella,amamantando su crìa,se encontraba una pequeña perra mestiza,cobijada por el calor de ese noble corazòn.
Fuè enterrado en el cementerio local,sin flores y sin honores.En su tumba,sòlo se colocò una modesta cruz artesanal,realizada con ramas de aquel roble.
A navaja,àlguien grabò su nombre "el loco";para quienes lo conocimos,se llamaba Rafael Rodrìguez Quijano,un hombre que hacìa el bien.
Este cuento,està dedicado a todos aquellos seres,que se atrevieron a saltar y bailar en una plaza,desafiando las reglas de la cordura.
Nita Moreno Paz.
es un ejemplo para todos hay infinidad de personas en estas condiciones en la vida real a la cual debemos ayudar y nunca reirnos de ellos ni descpreciarlos son humanos como nosotros y quiza no quiza ,seguro mas felices a su manera que nosotros