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Categoría: Fábulas

EL PROGRESO DEL HOMBRE

(Eucebio Castillo Díaz)

El lobo envejecido, pero conservando residuos de su muy lejana imponente figura, caminaba cabizbajo. Era una tarde nublada, el viento, aunque no con mucha fuerza, sacudía las copas de los árboles y las puntas del más raso pasto. Iba embebido en sus reflexiones, eran tantas que no se percató que sus patas, presionaban contra el suelo, la cabeza de una tortuga, quien lentamente caminaba hacia él.
-¿Qué sucede? – Dijo la tortuga, después desembarazarse de las patas del lobo – Vienes extasiado en tus pensamientos que me has aplastado la cabeza y despeinado las arrugas.
- No sé si sería mejor estar muerto que permanecer vivo- Contestó el lobo.
- Con esas frases me recuerdas a una tragedia griega. ¿Qué te sucede? - Inquirió nuevamente la tortuga.
El lobo, acomodándose, como presagio de una charla prolongada, le dijo:
-¿Acaso no has visto los cambios que provoca el hombre en la vida. Ha cambiado hasta las costumbres de nosotros los animales. El hombre lo puede todo, lo cambia todo, incluso nuestras relaciones de apareo ya pertenecen al hombre. Mira que el gato ya no caza al ratón; que el buitre se aleja de la zona urbana; que el gallo pierde las crestas y los espolones para divertir al hombre; que el caballo se desboca para engrandecer la fortuna y el orgullo de su amo; el toro en su afán salvaje de destrozar el capote y la muletilla, es pinchado con alfileres de muerte, donde el último, el más grande, acaba con su existencia. Fíjate también, que ha hecho que los climas cambien; ha desviado ríos; ha cambiado montañas. El hombre s poderoso, muy poderoso.
- Tienes razón – musitó la tortuga reflexionando.
El lobo continuó su relato, una baba espumosa empezó a aparecer en su hocico. Mientras la tortuga divagaba en su propio pensamiento buscando una explicación, el relato del lobo se perdía entre la maraña de los pensamientos de ésta: “El lobo tiene razón, el hombre es poderoso y modifica lo que a su paso encuentra ¿Hasta cuando irá a acabar el incesante deseo de modificación?”.
Ensimismados en sus reflexiones estaban, cuando una avecilla cayó a los pies del lobo, herida, destrozada de sus patas y totalmente exhausta, balbuceó algunas palabras:
-¡Corran hermanos! – Dijo el avecilla- El hombre se acerca cada vez más al paraíso que nos pertenece. Ellos tenían su mundo y no conformes con él ahora invaden el nuestro. Miren mis patas mutiladas por los perdigones asesinos que arroja el hombre sobre todo lo que encuentra a su paso. Huyan, corran de la locura del hombre, de esa actitud execrable que baña totalmente a muchos seres humanos, aléjense de su furia devastadora.
El lobo habló con tristeza cuando la avecilla ya no pudo:
-¡Vete tortuga! Porque yo esperaré al hombre, para que termine con lo que hace mucho tiempo empezó. Ya te habrás fijado que los lobos hemos casi desaparecido de la faz de la tierra, dejando nuestro lugar al coyote. Pues por ese motivo esperaré al hombre para que siga modificando al mundo, buscando ese loco afán de perfección que por ningún lado existe.
El ladrar de los perros se escuchaba cada vez más cercano.
-¡Huye tortuga, escapa! – Continuó el lobo - es poco el tiempo que te queda.
La tortuga con tristeza y admiración hacia el lobo se alejó lo más rápido que pudo. Los perros estaban más cerca, también se escuchaban voces desesperadas, sedientas. El lobo esperó paciente y pensativo: “Las cosas cambian. En la vida nada es constante, sólo los cambios”.
Los perros encontraron al lobo, fue una batalla desigual, eran siete feroces perros contra el envejecido lobo que luchaba con la esperanza de morir, ayudando al hombre a cumplir sus caprichos. Sangrante, con el cuello casi cercenado, miró al dueño de los perros y quiso decir estas palabras:
-Has hecho que mis hermanos perros me destrozaran, pero llegará el día en que tú hagas lo mismo con tus hermanos.
El hombre levantó una presa más y se alejó, sin percatarse siquiera de que la avecilla había quedado deshecha entre el lodo de la pelea, su cabeza desprendida del cuerpo, conservaba los ojos abiertos y parecía que miraba a las nubes que iban a esconderse detrás de la colina.
Datos del Cuento
  • Categoría: Fábulas
  • Media: 4.97
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1 comentarios. Página 1 de 1
Juan Andueza G.
invitado-Juan Andueza G. 04-07-2003 00:00:00

Hay una canción que dice : " ay que triste es ser cazador" Se ve que nunca saldremos a cazar...

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