El ppueblo estaba vacio, no se veia a nadie por las calles y debido a ello parecia un pueblo fantasma.
Comenzaba el ocaso y la luz era más ténue a medida que pasaba el tiempo, por este motivo las farolas de las calles se iban encendiendo ordenadamente, haciendo intermiténcias cada vez más rápidas hasta quedarse fijas iluminando el trozo de calle que le correspondia a cada una.
El calor era asfixiante, al respirar te quemaba la garganta hasta tener que escupir la saliva reseca.
De pronto, cuando me decidí a abandonar ese pueblo, salió a la calle más ancha de detrás de una esquina, un niño, con la tez morena, quemada por el sol y el aire caliente de aquella zona, tenia los ojos oscuros y pequeños, como si quisiesen evitar la entrada de la luz del sofocante sol, el pelo negro y despeinado, estaba sucio y polvoriento, su mirada era desafiante, te miraba con recelo y desconfianza.
En el momento en que me daba la vuelta para marcharme, escuche una voz muy fina, me gire rápidamente y el niño habia desaparecido, corrí hasta la esquina de donde salió, pero allí no habia nadie y tampoco habia un lugar donde esconderse, ya que era un estrecho callejón sin puertas ni rincones.
Me senté en el suelo, apoyando la espalda en la pared donde no daba el sol, en mimente acalorada me imaginaba a un niño evaporándose como si de agua se tratase. "has visto demasiadas películas", pensé, cerré los ojos y con estos pensamientos me quedé dormido.
A la mañana siguiente cuando me desperté, creí volver a escuchar la misma voz de la noche anterior, pero allí no habia nadie, estaba yo solo sentado en el suelo y apoyado en la pared, no me habia movido en toda la noche de tan cansado que estaba.
Me bebí mi última lata de agua mineral y decidí abandonar aquel pueblo que me fascinaba y asustaba a la vez.
Cuando estuve lejos de aquel lugar, pregunté en una gasolinera el nombre de aquel extraño pueblo, pero el chico que estaba esperando a que le abriese el depósito, me dijo que en la dirección en que yo le indicaba no existia ningun pueblo, ni habitado, ni deshabitado y que el único rastro de civilización era la carrtera que cruzaba el desierto, la cual yo no habia visto, pero que debia estar allí porque sino, ¿que sentido tenia una gasolinera en aquel lugar? y la gasolinera estaba, por el hecho de que yo estaba preguntando en ella en ese mismo instante.
Cuando salí de la gasolinera, mire hacia atrás y vi la carretera que se difuminaba a lo lejos con el color del suelo, parecia invisible a partir de quinientos metros ya no se veia.
Me dirigí hacia el norte y el color del suelo cambió, de un color gris a un color amarillo, era arena y tierra mezcladas, era un color extraño y muy raro, dañaba a los ojos aquella mezcla de colores vivos.
Al intentar entrecerrar los ojos, me acordé del niño del dia anterior e intenté abrirlos lo más aposible, pero todo quedó en el intento porque me dañaba tanto la vista que los tenia que cerrar.
Con los ojos cerrados me sentia más cómodo, por lo que decidí tenerlos cerrados y pensar en el porque de aquellas sensaciones, hasta que de pronto los tuve que abrir y mucho, porque cuando llegaba a un ferrocarril sin saber como, sonó el desepertador y aunqeu creia que era el silbato del tren, no tuve más remedio que despertarme y levantarme para ir a trabajar, estaba medio dormido, pero cuado me espavilé, me di cuenta de que todo habia sido un mal sueño que no tenia orden ni sentido.
Cuando me dirigia al trabajo, por la ventanilla del autobús, vi a un niño igual que el de mis sueños, pero aquel mundo habia quedado atrás, ahora estaba despierto y sabia donde estaba y donde iba, mientras iba al trabajo pense que el mundo de los sueños a veces te juega malas pasadas y en ese mundo es muy dificil descansar si no estás relajado, pero ahí solo manda el subsconciente de cada uno.
El cuento narra, una mezcla de sueños y relidad que trastocan al lector. en ocasiones la realidad supera a los sueños, sin embargo, Severiano avnaza y mezcla ambos elemntos. El lector se involucra entre la realidad y el sueño. Excelente cuento