Estoy un poco cansado de hacer las mismas cosas que hago, en verdad, no hay nada en el mundo que no me aburra. Mis padres eran buenas personas, mis primos, tíos, amigos familiares eran muy buenas personas… todo era perfecto sino fuera por que yo no encajo en sus vidas, soy como esos personajes de lo mas ordinarios en un restaurante VIP, uno se tiene que sentir mal o diferente pues siente que causa molestias a cada persona que encuentra. Si, allí estaba yo, sentado frente a un parque sin saber si continuar mi charada o coger el primer bus para largarme a cualquier sitio que sea totalmente diferente… Creo haberme quedado por cerca de ocho horas que fueran las de mi clase en la universidad, y a pesar que pasaron muchos buses, no sentí el impulso por subir a ninguno de ellos. “Quizás no sea el mío - pensaba -, pero ya llegara”.
Desde aquel día no hubo tarde lluviosa, asoleada, repleta de bullicio que me impidiera sentarme en la banca por ocho horas diarias. Cuando mis padres se enteraron que no asistía a clases pegaron el grito al cielo, fue muy duro para ellos, dos cerebros vivientes, humanos de conducta intachable, sanos y fuertes, bellos, en fin… dos personajes dignos de ser odiados, o envidiados por el grupo que les seguía las huellas. Al principio me hablaron tiernamente, pero luego de enterarse que iba a la misma banca, tuvieron que tomar otras medidas. Me compraron un boleto hacia Europa y me invitaron a subir, pero no acepté, la verdad es que no deseaba seguir el camino que habían trazado para mí. Les pedí disculpas y me negué.
Los años pasaron, y yo seguía igual de estúpido, o de cretino, no se, pero seguía sentado en la silla esperando al único bus que me llevaría fuera de este mas de estilos de vida elitista, pero hueco, como todas las cosas hechas por el hombre. Una tarde en que volvía a mi hogar me di cuenta que mis padres habían cambiado las llaves de la puerta, y por mas que toqué y toqué no me abrieron. Nervioso y agotado me di cuenta que mi vida estaba cambiando, y así fue. Desde aquel día me puse a dormir en la calle, como los mendigos, no era tan malo, tan solo había que acomodarse, como todas las cosas. Este nuevo estilo de vida me ayudó. Sentí que mis vida era mas liviana, simple, en fin, me sentí cerca de aquello que se llama libertad.
Yo continuaba sentado en mi banca por mucho tiempo, que en verdad no podía sentir que pasaba pues el hecho de estar sentado esperando me daba tiempo para apreciar las cosas simples de la vida. Miraba cómo los niños no temían de nada sino fuera porque sus padres estaban muy cerca. Los árboles no eran tan tontos como pensaba, no, al contrario, eran los seres mas sabios de todo lo que me rodeaba, por ejemplo, en invierno se desnudaban totalmente, haciendo de ellos como una aspecto umbrío y penoso, pero yo veía como sus raíces se introducían mas y mas, haciéndose mas fuertes que antes… El frío del invierno era una fuerza que les golpeaba pero para hacerles mas fuertes. Las aves eran especiales, no podía creer que fueran tan libertinas, copulaban sin ninguna vergüenza, y para comer era gracioso pues todos comían pero en orden, primero el mas fuerte y su familia, luego, los demás… Los bichos eran increíblemente mecánicos como las cuerdas de un reloj, eso me daba la sensación de verlos como militares, gladiadores, seres que buscaban su supervivencia y el engrandecimiento de su especie, esa era su última meta…
Vi mas cosas pero no podría terminar de relatar… Cuando me agotaba miraba las nubes, o me dejaba bañar la lluvia, o acariciar por la brisa de otoño, en verdad, el estar sentado era bastante entretenido, y podría haberme quedado sentado para siempre sino fuera porque el bus que tanto esperaba llegó, y a una hora tan especial, justo cuando estaba por marcharme. Ustedes se preguntarán cómo sabía que era aquel mi bus. Era obvio pues tenía en la ventana mi nombre escrito en letras oscuras. Y cuando me levanté sentí un gran cansancio en mis piernas, como si de pronto toda la brea del universo estuviera arrastrándome hacia su oscuridad… Tuve que arrastrarme al ver que la puerta se estaba cerrando, por suerte pude tocar el primer escalón, y fue tan increíble ver que quien manejaba el bus era un viejito parecido a papa Noel, me pareció genial la idea, era como si me llevara en un trineo. Pero cuando empecé a subir las escaleras de bus no tenía las fuerzas suficientes. Alcé los ojos y pude ver un poco el interior, fue increíble, estaban mis padres, mis tíos, mis primos, amigos, todos estaban sentados pero con los rostros muy pálidos como si estuvieran enfermos… No sé pero me dio como un arrepentimiento de subir, pero me di cuenta que la puerta se estaba cerrando tras de mí.
Cuando llegué al frente de aquel viejecillo le sonreí y él me pidió un documento que acreditara mi identidad, lo saqué y lo recibió con alegría… Y cuando busqué un asiento pude ver un espejo que me reflejaba totalmente, era tan triste la imagen que tuve que cerrar los ojos. Yo, estaba hecho un miserable anciano, me tapé la cara de vergüenza. Entonces vi que el bus empezaba a moverse y tuve que buscar un asiento para mí, y mientras caminaba por el corredor pude ver que casi todos los asientos estaban ocupados por una gran cantidad de personas con mi rostro pero en diferentes tiempos de mi vida. Estaba el niño, el joven, el… todos. De pronto vi que al final había un espacio y hacia allí fui. Me senté y percibí que el bus empezaba a marchar y cuando quise ver por la ventana hacia donde se dirigía pude ver que se despegaba de la pista y empezaba a volar hacia el sol… Fue hermoso ver en sol acercándose más y más hacia mi, y fue increíble cuando vi que el sol se hizo una inmensidad hasta que todo a mi alrededor se transformó en aquella luminosidad…
Abril de 2005