Es doloroso no darse cuenta de cuanto afecto, aprecio y cariño tenemos por una persona hasta el mismo instante en que se aleja de nuestro lado.
En esos momentos sentimos un nudo en la garganta que intentamos disimular como podemos, nos sentimos abatidos y sobre todo arrepentidos por todas las oportunidades que hemos dejamos pasar en el pasado, en las que no te has atrevido, por timidez, a conocerla ni tampoco a mostrarla tu forma de ser real, y sobre todo escribirla lo que significa para ti su compañía, lo que hago ahora, ya que el tiempo que has pasado con ella, te ha hecho sonreír, levantarte con ilusión todos los días y mas que nada sentir por dentro una felicidad que pocas veces en tu vida as experimentado al ver su sonrisa, la cual ilumina su cara cada vez que ríe, dando gracias a Dios por estar viviendo esos momentos que nunca olvidaras.
Es doloroso, seguir sin atreverse a mostrar tus sentimientos después de haberla perdido, ni saber tampoco como hacerlo, viendo como pasan los días, esperando con ilusión el momento de volver a pasar unos pequeños instantes con ella, intentando en cada ocasión quitarte el miedo a arrojarte al estanque sin pensar si esta lleno o vació.
Es doloroso, darse cuenta de que no tienes casi ninguna posibilidad para conservar su amistad una vez que se marche, algo que maduras por lo que percibes en el día a día, pero que asumes resignadamente por experiencias pasadas.
Es doloroso comprobar que cuando te comparas a los demás a la hora de hacerla alguna carantoña no recibes la misma respuesta de parte de ella, revelándote la realidad de sus sentimientos, provocando que vuelvas a enclaustrarte en la cueva de donde un día saliste con la ilusión de poder conocer a alguien que valía la pena.
Es doloroso.