Hay algo en el ambiente que me hace sentir como si estuviera muerto, enterrado sobre toneladas de huesos. Ellos dicen conocerme, quererme como quien encuentra su rendija, su grieta entre el océano de pensamientos y la realidad de mi instante. Muchas veces pienso que la vida es una especie de líquido, y que soy un pez que respira vida a través de momentos y momentos... Las cosas dejan de tomar trascendencia como si la gravedad del mundo hubiera tomado vacaciones sin tiempo. Me agrada escribir en libertad sabiendo que jamás seré leído por nadie, así puedo dar permiso a todas estas imágenes, voces, que parecen navegar en la pecera de mi existencia, esperando ser sacados, respirando el aire de este mundo real...
¿Será que en uno mismo se hallan todos los seres que antes hemos sido?
Muchas veces me gustaría saber, pero creo que enloquecería, no sabría cómo volver a la realidad en que me encuentro en estos momentos… No he salido a la calle desde hace meses, desde que me puse frente al ordenador y empecé a escribir. Me agrada estar así, mandar mis textos como quien se halla dentro de un submarino y manda señales de vida a los que están fuera, pidiéndoles ayuda, auxilio, salir de este submarino sin luces interiores y ser libre al fin, así como las aves que dan sus primeros vuelos... Y ser como ellos, volver a ser como uno que ha estado muerto y ha resucitado, y ha experimentado que no hay nada como vivir en sencillez, así como un ángel perdido, un niño sin padre ni madre que vive como cualquier bestiecilla en la jungla de cemento del mundo.
Hoy, también estuve con dios, y era dios porque lo sentí así como se siente el Sol, el frío, la carne, así lo sentí, y era bueno estar en contacto con él. A él le agrada que uno se le acerque, mejor dicho, dejar que el se nos acerque.
¿Que cómo es dios?
Era como cuando sabes que te vas a desmayar, y antes de caer, cierras los ojos, te coges de algo, o buscas un lugar para echarte, sentarte, y ves que un sentimiento toma una forma, y una forma hermosa, y es como una piedra luminosa, fosforescente que cambia de molde como una nube, y ves que se te acerca , y sientes que estas frente a algo tan puro, perfecto, hermoso, poderoso, humilde, y, al mismo tiempo, sientes que es con él con quien siempre has estado desde antes de nacer y estarás después de morir…
Son casi las diez de la noche y aunque estoy solo me siento tan acompañado de algo que no puedo entender, y eso es que quizá ustedes me estén leyendo y tratando de entender algo que ni yo mismo puedo entender. Muchos me llaman el gran artista, puede que sea verdad pero me siento más un ente misterioso, alguien escondido, y formateado por el mundo desde que el mundo es mundo. Y en verdad aún no sé lo que soy, puedes creerme.
Desde hace días en que no salgo de mi cuarto he logrado sentir el temor, la angustia, y sentía que esos sentimientos tomaban fuerza en mí, un cáncer en el alma, un dolor ocupando cada rincón de todo mi ser; pero no es verdad, y eso lo supe hoy en que estaba frente a dios, sintiendo gotas y gotas de algo que entraba, que me penetraba hasta llegar al fondo de mi ser. Era como si dentro de mí tuviera un bebé que llorase y llorase por su leche, y el dios se acercara y me diera el biberón, y el bebe callara, callara, hasta dormirse en paz... En esos momentos supe que estoy preñado, que un virus se me ha metido, y que sin el contacto con lo divino, con lo puro, (pues ese ser se alimenta de divinidades), empiezo a sufrir como un desterrado del infierno, del cielo, y de todo lugar… pues no encuentro espacio ni sabor que satisfaga todos mis instantes de vida y de muerte...
Dejaré de escribirte esta noche en que apunta a mas de las diez de la noche y me encerraré en mi alma, en mi hogar y dormiré y soñaré ya no mas con mis temores sino con mi encuentro, conmigo mismo abrazándome por toda la eternidad, escribiéndote, viviéndote mientras lees estas líneas que soy yo mismo en esa extraña forma que tienen los poseídos...
San isidro, marzo del 2006