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Categoría: Misterios

Tienda de los Sueños

Santos se levantó de la cama y tardó bastante en recrear su habitación. Aunque todo era muy extraño y sin definición, consiguió dibujar el pasillo y avanzar por él hasta la puerta de la casa. El espectáculo, tras unos minutos, era desconcertante: luces y figuras iban formando su entorno, y el proceso parecía no tener fin, pues en ello ponía toda su concentración. Cada vez se sentía más seguro. Volvió la vista hacia atrás y el pasillo ya presentaba muchos más detalles, hasta el punto que podía distinguir las alcayatas donde estuvieron colgados los cuadros familiares, recuerdos que descansaban en el trastero desde hacía ya casi seis años.

Abrió lentamente la puerta de la calle mientras sentía el chirriar de la bisagra, algo que le sorprendió gratamente, pues de esto no se acordaba, y en dos pasos salió fuera. De pie, en la acera, el nerviosismo y excitación iniciales se habían convertido en curiosidad. Todo iba según lo dictado por aquella voz radiofónica, que tan bien le había instruido. La experiencia continuaba, la calle a ambos lados de su portal presentaba lo conocido: observaba los rótulos de la panadería de Paco, el videoclub, la oficina del banco y hasta el quiosco de Mariano, el único sitio que visitaba a diario para recibir su prensa y de paso, comentar cualquier noticia de actualidad con el amable quiosquero. Únicamente, un hecho llamaba la atención de Santos; no había movimiento, no había vida: todo eran imágenes estáticas de su realidad, sin personas, sin coches, sin aire.

Se relajó. Anduvo por las calles de su manzana, disfrutaba entrando y saliendo de los locales, y lo pensó. Pensó que hacía seis años que tuvo que cerrar su negocio, la tienda de comestibles, y a pesar de llevar las llaves siempre junto a las de casa, jamás había vuelto. Le pareció este un buen momento, íntimo, tranquilo, y se decidió a visitarla. Trescientos metros escasos la separaban de su vivienda, y la distancia le pareció un mundo. Según se acercaba al que fuera lugar de trabajo suyo y de su mujer, las calles se volvían algo más borrosas y los colores más apagados. Allí estaba, de lejos parecía que nada había cambiado, pero la carpintería metálica del escaparate se había oxidado y el cristal estaba medio tapado por panfletos publicitarios de colores chillones. Se acercó al cristal, colocó sus manos en paréntesis alrededor de sus ojos y miró hacia el interior por el hueco que dejaban dos carteles pegados. El susto fue tremendo, había alguien detrás del mostrador. Asustado, Santos retrocedió unos pasos, casi tropieza en la otra acera, y en esa visión de conjunto pudo ver que el rótulo de su tienda había cambiado. “La Tienda de los Sueños” rezaba el cartel, justo encima de la puerta de entrada, dando nuevo nombre a su establecimiento. Qué siginificaba aquel nombre y quién era la persona que había visto, eran preguntas que le atemorizaban, por lo que decidió terminar con aquello. Intentó poner fin, pero no podía. Seguía allí, y el desconocido tendero, al sentir la presencia de Santos en la calle, se dirigió hacia la puerta. Volvió a intentarlo, esta vez con más fuerza, incluso quedándose en blanco, pero al abrir de nuevo los ojos, seguía allí. El tendero, ya en la calle, le habló con una voz ronca:

- Señor, bienvenido a la Tienda de los Sueños. Entre y convierta su sueño en realidad.

Santos no soportó más la situación, estaba aterrorizado, y recordando las palabras de la voz que le había enseñado a llegar hasta allí, comenzó a retroceder de espaldas para a continuación correr hacia su casa como alma que persigue el diablo. Ya no se fijaba en nada en absoluto, sólo que nadie le siguiera, llegó al portal y entró. Si conscientemente no podía acabar con esta situación, quedaba una segunda forma, y lo tenía que probar. Avanzó por el pasillo hasta llegar a su dormitorio. Estaba nervioso pero seguro de lo que hacía. Se asomó y se vió durmiendo en la cama. La radio puesta, la ventana cerrada. La poca luz venía del display del despertador que matizaba de verde la oscuridad de la habitación. Se acercó a su cuerpo durmiente, a su cara en concreto, y la miró.

Santos saltó en la cama, la radio seguía encendida y aunque confuso, recobró su realidad. Se tocó la cara y los brazos, a modo de comprobación y fue a la cocina a tomarse un vaso de agua para despejarse y poner en claro sus ideas. Recordaba haberse acostado tarde esa noche, escuchando en la radio un programa de asuntos de miedo y misterio. Tenía por invitada a una especie de medium que explicaba cómo realizar viajes astrales. Y Santos, aburrido y curioso, había seguido sus instrucciones al pie de la letra: la concentración, el reconstruir el entorno de la casa mentalmente, los movimientos,... hasta que de manera incontrolada fue dejándose llevar. La señora, con voz cansada y ya mayor, aseguraba que al paso de unos minutos en tal situación, el entorno se mantenía como una segunda realidad, y podía ser visitado y disfrutado en toda su plenitud. Y es verdad, así había ocurrido. Quizás el regreso se había complicado un poco, pues, aunque en principio la voluntad podía hacer que se diera fin al viaje, Santos había necesitado recurrir a lo que la vieja medium llamó el plan de urgencia, que no era otra cosa que volver por sus propios pasos y encontrarse consigo mismo. Infalible, así fue.

Una vez calmado, Santos, devuelto a su triste y solitaria vida de recuerdos, no dejaba de pensar en lo que había experimentado en el atrevido viaje. Sobre todo, no se le quitaba de la cabeza el extraño suceso ocurrido en la añorada tienda de comestibles, llamada ahora por arte de su imaginación, La Tienda de los Sueños, y en lo escuchado de la boca de un imaginario tendero y su invitación a entrar y pedir aquello que se le antojara. Aquello que más desease.
Datos del Cuento
  • Autor: Perrofiel
  • Código: 10766
  • Fecha: 07-09-2004
  • Categoría: Misterios
  • Media: 5.56
  • Votos: 78
  • Envios: 3
  • Lecturas: 2766
  • Valoración:
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
María Eugenia
invitado-María Eugenia 07-09-2004 00:00:00

Ha sido un placer leer algo que ha captado mi atención desde un principio manteniendo el interés hasta el final, despertando, línea por línea, mi curiosidad. He comenzado a mirar la clasificación de los cuentos. Y según su clasificación: mitológico, pregunto: ¿desdoblamiento? ¿trascendencia?

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