Si al gritar se esfumara la angustia,
Si al callar me llegara la calma,
Entonces, ahogaría mi llanto con un
Grito de silencio, desgarrante al alma.
La extraña
En memoria de esa mujer que un día me tope en el hospital.
Sin cara, sin nombre, pero con lágrimas en los ojos, me encontré de rodillas a una mujer en el pasillo de un hospital. Su mirada perdida, estaba dirigida al techo, como quien suplica a Dios. No gritaba, lloraba en silencio, sin embargo su dolor era escuchado por quien la observaba.
Me acerque a ella, le extendí un pañuelo, lo tomó y por unos instantes me miró a los ojos. No pregunte nada, no salieron las palabras; pero ella me dijo - He perdido a mi bebe, apenas tenia 5 meses de gestación y los médicos no han podido hacer nada; Dios se lo llevo de regreso al cielo, pero lo que él no sabía es que mi hijo era mi luz, mi plenitud, mi todo. Ví escurrir lagrimas por su rostro, atormentada por la perdida de un hijo que no conoció y que nunca beso, no pude contener las mías.
Como reacción a su comentario, mi mano temblorosa se extendió ante ella, insistí a que la tomara y se apoyara. Lloramos con las manos entrelazadas, y al cabo de un rato me despedí.
Nunca volví a saber de ella, sin embargo, en la actualidad esa mujer representa, el dolor anónimo de todas aquellas mujeres que viven la experiencia de perder un hijo que nunca vivió.
Te escribo a ti mujer, tu sufrimiento me motivo a luchar por el bebé que crecía en mi vientre, en ocasiones, cuando beso a mi hijo pienso en ti.
Mayab Ruiz
Tal vez no es exactamente un cuento pero es un relato muy hermoso de alguien que sacó de su tiempo para observar y valorar el dolor ajeno; ya que nuestra sociedad cada día se sumerge en sus propias vicisitudes y no toma en cuenta a los demas. El hablar con alguien en esos momentos puede ocasionar cambios, y hasta traer esperanza a esa vida para seguir luchando por sus sueños.