Siempre tuve dudas del origen de un linyera. De sus nombres. ¿Quién sabe el nombre verdadero de uno?
Les tuve miedo de chiquito, como recita en una canción una banda de rock argentina.
Volviendo de la facultad me cruzo con ellos, y con los cartoneros, que se le parecen. A todos esquivo, a todos evito, pero ahí están, en la puerta de mi casa. Cruzando la calle que debo cruzar.
Revolviendo la basura y el recuerdo, y poco a poco me les voy pareciendo.
Sin trabajo y terminando la carrera que poca oferta laboral me trae.
Voy conociendo por las noches todos sus movimientos, sus preferencias, sus formas de moverse y observar, de observarme. De recoger, escoger y descartar lo que otro descartó con anticipación.
No sé qué fue pasando este año, si eran ellos los que me acosaban, o de lo contrario, era yo quien rozaba sus límites. Límites, bolsas, maderas, cartones, nylon, ramas secas, la cena.
Y así sabiendo que me acercaba, que los imitaba, que de ellos aprendía, fui dejando los libros, la camisa, los zapatos, para verme un martes frío de invierno, delante de unas bolsas de basura buscando algo que comer. aún teniendo 20 pesos en mi bolsillo. revolví cáscaras de bananas, aparté papeles arrugados, y me devoré un trozo de pan, y un poco de mostaza que creí distinguir en él.
Espero que no te moleste, pero me estoy dedicando a leer cosas tuyas y si encuentro algo que me llame mucho la atención te lo dejaré escrito en comentarios.