Sobre las heras que el camino bordeaban miraron los pasajeros, aquellas veredas que fueran sembradas trajeron muy buenos recuerdos. Era un día hermoso, bello como un bello sueño, la tarde caía apacible y sentida como la noche en mi pensamiento.Alcanzamos a ver a lo lejos un puerto, de esperanzas era aquel puerto que veíamos tan lejos. Nuestras miradas brillaban, como las estrellas que en el Cielo iban apareciendo, lejanas como la esperanza, pero dándonos aliento.
 
Llegamos, por fin llegamos, allí nos llevo nuestro deseo. Reposados y contentos seguimos mirando puerto adentro. Con el pensamiento cruzamos la mar que también nos estaba viendo, nos parecía alentar y decir “ Caminar por encima de mí, pero no tan sólo con el pensamiento”. “Yo os sostengo, no temáis seré vuestro sustento y os acariciare y mimare mientras me quede aliento”.
 
Tanta persuasión nos llevo a confiar, como hasta aquel día nunca hubiéramos hecho en nadie ni en nada, nos habían cincelado con excrementos de despecho, el porque nunca lo supe, pero heridas grandes hicieron en nuestro pecho. Sólo la esperanza nos guiaba, solos estábamos pero no muertos, teníamos sentimientos profundos, sinceros como el mar que nos estaba viendo. Ardua tarea nos habíamos impuesto, animosos caminábamos siempre mirando hacia el puerto, animosos, contentos, alta la frente y altos y bellos los pensamientos. Nuestro horizonte también lo veíamos a lo lejos pero claro como todos nuestros intentos de seguir por el camino trillado que sembrados fueron para que nos trajera tan bellos recuerdos.
 
Oí de pronto un rugido, ¡A toda maquina, a mar adentro, gritaron! Se oyeron voces agitadas, todo paso como en un sueño, un poquito dudoso fue aquel acontecimiento, pero llego y había que enfrentarse al mal tiempo. Fue una porfía de andar viejo, pero llego y hubo que enfrentarse luchando contra los cuatro vientos. La inteligencia hizo tomar la vía correcta para no naufragar ante tal tormento. 
El que obra con rigor y con talento llevara las de ganar ante cualquier acontecimiento.