Qué puedo hacer con los religiosos, a todo le temen: al dolor, a la muerte, a la vida completa... Los entiendo, respeto, por ello debo hacerme a un lado y callar mientras hablan de su fe, de su creencia como si fuera su asidero a ese ser invisible que todo lo ve, que todo lo perdona, que todo lo perdona, que todo... sí, eso es lo que veo y siento, la gente está llena de temor por la vida, se visten para ocultar su desnudez, sus sentimientos, su verdadero ser... Los entiendo, respeto, por ello callo, hago un silencio y sigo adelante, respirando hondo como si fuera mi única religión, respirando como mi manera de vivir, sintiendo que mi vida depende de ella, la respiración, mi única certeza... ¿Lo demás? Lo dejo para la religión, para los religiosos, porque no temo a la vida, dejo que ella me lleve porque le gusta mostrarme tesoros ocultos por ojos que solo saben ver hacia afuera, esos tesoros que anhelan las palabras, que buscan bajo la carne sentimientos cuando todo no es mas que sombras, sombras de carne y sangre, de imanes que atraen mas carne y sangre... Mi paso es corto, y veo a tanta gente que no sabe qué hacer con sus tesoros, con sus vidas entregadas a tesoros, con su dedicación... Tengo que callar y seguir adelante, la vida me jala como si fuera el cordel y yo el cometa, sintiéndome que la vida es tan plena cuando te hallas conciente de esa cuerda, de esa respiración que es tu única verdad, tu única paz... Los religiosos, carambas, los religiosos, les veo andar hacia la muerte, hacia lo no censurado y siento que está bien, pues ¿quién no se equivoca?, es bueno errar, es bueno saber que aprendemos, sentimos, tocamos la carne y entendemos que pronto dejaremos todo lo que cuidamos y guardamos tanto... Sí, eso es lo que veo cuando veo a los religiosos andar rumbo a su iglesia, un sentimiento de pena, un dolor mudo, un silencio de ver que van rumbo al holocausto del mundo, y sin saber nada mas que por que sí, y nada mas que si... Mejor dejo pasar estas ideas que no van a ningún lado, mejor dicho, a ojos que gustan escuchar, a oídos que huelen mirar...si, todo es así cuando veo con otra mirada, y siento con otro ser...

Y todo esto lo digo cuando he hablado a mi madre y le he dicho que Jesucristo se había metido con la prostituta Magdalena… Blasfemo, me gritan. Vete de la casa, me grita. No eres mi hijo ni nada, largo de mi vista, imbécil… Cierro mi picota y salgo de la casa de mi madre con la cabeza gacha y con un sentimiento de muerte, de ahorcarla y decirle que no tema, que muy pronto moriremos todos y no sabremos nada de si es o no es verdad toda esta historia de los religiosos…

Salí de mi casa y el carro se me malogró. Vino un amigo del trabajo y me dio una cachetada sin razón. Un perro salió a ladrarme, me asusté, temí. Fui a una iglesia y entré. Allí estaban todos los religiosos, estaba mi madre arrodillada, clamando al señor que curara su pierna que la tenía inflamada. Miré al sacerdote y le vi sonreírme. Cogí un pedazo de tierra y lo tiré al suelo. Mi madre volteó a mirarme y me dijo que, qué hacía allí. Nada madre, mientras toda la gente me cogía del brazo y me echaban a la calle… Mas mi madre miraba, miraba con ojos llenos de temor, como todos los religiosos…


San isidro, agosto de 2006