Queridos amigos, cuando yo era niño, un compañero malaje, que dormía a mi lado en el orfelinatorio, me asustaba por las noches diciendo que en mi armario había un esqueleto que se metería en mi cama en cuanto me durmiese.
Desde entonces, antes de dormir, miro en el armario por si está el esqueleto y debajo de la cama por si sigue ahí mi orinal.
Eso me marcó tanto, que ahora os voy a contar una historia de terror.
EL ESQUELETO DIABÓLICO ENDEMONIADO---------------
El viento ululaba en la cerrada noche. Los árboles sacudían sus ramas como si se espantaran moscas. Una tormenta eléctrica iluminaba convúlsamente el cielo negro. Todo en aquel castillo era sórdido, lóbrego, lúgubre, tétrico y fantasmagórico. Todo en el castillo del Conde Drácula era esdrújulo, empezando por su propio apellido.
Por el tortuoso camino, avanzaba un carruaje fúnebre. Lo conducía un cochero de frac, con la vista imperturbáblemente fija al frente, inexpresivo y pálido como una figura de cera.
Si no fuera porque los caballos tomaban las curvas con criterio, se hubiesen despeñado en la primera.
En el interior del coche viajaban Frankenstein, la Momia y la Niña del Exorcista.
(La Momia es algo espectacular, yo nunca había conocido a nadie que se cortara tanto al afeitarse.)
Todos ellos habían sido convocados por el Conde.
Algo excepcional debía estar pasando.
El carruaje se detuvo en el castillo y los monstruos bajaron de él.
La puerta se abrió en silencio. Drácula había olvidado oxidar las bisagras.
Una vez dentro, el majestuoso vampiro de la familia de los murciélagos, los intentó saludar con efusión, pero ninguno de ellos quiso abrazarlo, por si acaso no había cenado.
Amigos,- les dijo- os he llamado porque creo que tenemos competencia. Me he enterado de que en la aldea del valle, se ha detectado otro ser ultraterreno y terrorífico, que ni está afiliado a nuestro sindicato, ni se nos ha presentado, ni nada. El miedo es monopolio nuestro y debemos averiguar qué pasa.... Por cierto, ¿dónde se ha metido el Hombre-lobo?.
Pues verás. - contestó Frankie- No ha acudido a la cita. Lo estuvimos esperando, pero tardaba tanto que decidimos venirnos para acá. A lo mejor se viene andando. Como estamos en luna llena, lo mismo se llega dando un garbeo por el bosque, a ver si caza algo.
(Cambiamos de escenario un momento)
El Hombre-lobo se dirigía al castillo por la espesura del bosque y al pasar cerca del pantano, oyó un aceitoso chapoteo en el agua.
Se mosqueó, meó varios troncos, aulló a la luna y se fue flechado para el pantano, porque el mediobicho éste era muy irascible.
Se acercó a la orilla, marcó postura y se lio a ladrar como el jodido perro ese del vecino que nos frustra las siestas de los domingos.
Mas, !horror!, del cieno pantanoso emergió la figura infernal del Hombre-rana.
El Hombre-lobo miró con odio a los ojos al Hombre-rana.
El Hombre-rana no se amilanó, devolvió la mirada y empezó a croar con toda su energía.
-!Perraco de mierda!- le gritó.
-!Sapo asqueroso.!- le contestó.
Y entre, que si tu madre, que si la mía, se liaron a guantazos, a mordiscos, a escupitajos y a patadas.
-!Este bosque es mío, porque este charco es mío, caniche desormonao.!
-!Y una mierda. Los árboles son de quien los mea, renacuajo baboso. Te vi a matar.!
Etc...etc...etc...
Seis horas y media se estuvieron peleando. Las fuerzas estaba muy igualadas. A partir de la hora cuarta, de vez en cuando se quedaban abrazados quietos en el suelo, como los boxeadores que se conceden un respiro en el asalto catorce y se quedan como bailándose un bolero, con el mentón apoyado sobre el hombro enemigo.
Pero después seguían y seguían....
(Nos volvemos otra vez a donde antes.)
-Bueno,- dijo el Conde- si nuestro amigo Rinti no viene, nos iremos sin él.
Montaron en la carroza y se encaminaron a la aldea.
En derredor de una vieja y vetusta casucha, un tumulto de vecinos alarmados se arremolinaba.
En cuanto bajaron nuestros protagonistas, el vecindario se dio a la fuga con la maestría de J.S. Bach.
En la casa se hallaban la madre del afectado., el afectado y un exorcista en prácticas. Sobre la cama, un hombre de mediana edad, con cara de pánico, labios amoratados y sudor frío. El horror estaba en su rostro, el miedo en sus pupilas y la Angustias al pie del lecho.
-!Mi hijo está muy málamente, muy málamente.!- gritaba la Angustias.- Y este cura no me lo apaña. Ya lleva así tres días, con él rezando, echándole agua bendita y expoliándonos la despensa.
-!¿Qué rayos pasa.?!- dijo con autoridad el Conde Drácula.
-Pues que tengo al Augusto acojonao. Dice que siente por las noches presencias de ultratumba. Dice que hay un esqueleto en la alcoba. Pero yo vengo y lo registro todo y no doy con él. Y en cuanto me marcho y le apago el candil, se duerme y empieza otra vez con la tabarra. Que hay un esqueleto, madre, que mire usté bien por los armarios y debajo de la cama... Y así cuntínuamente.. Esto es un sinvivir.
Los monstruos se quedaron cavilando.
La niña del Exorcista dijo que el exorcista estaba de más allí y Frankie le pegó un patadón entre los botones dieciséis y dieciocho de la sotana, que bastó para que el novato clérigo comprendiera la situación y se largara.
No estuvo mal, teniendo en cuenta que el engendro apedazado de Frankie calza un 56 de pie y lleva unos zapatos como los de Armstrong cuando fue a la luna.
La Momia apuntó que si había un esqueleto por ahí sembrando el pánico, tenían que unirlo al grupo y no permitir que hiciese la guerra por su cuenta.
El corporativismo es lo primero.
Mientras pensaban, la niña se ató con una cinta, un pequeño cono estriado a lo alto de su cabeza y les preguntó a sus compañeros, que si les apetecía un zumo de naranja recién exprimido.
(Lo de tener la cabeza giratoria es muy práctico.)
Se tomaron el zumo y acordaron apagar la luz, para vigilar el sueño del Augusto.
Ese infeliz temblaba más aun que antes, con los compañeros que tenía alrededor. Pero, poco a poco, la niña le cantó con su dulce voz una tonadita de los Sex Pistols, y el pobre hombre que llevaba en vigilia tres días, acabó por caer dormido.
En cuanto se quedó frito, unos espasmos por todo el cuerpo lo hicieron botar literálmente en la litera. Las convulsiones aumentaban y el Augusto se ponía a llorar, ya de nuevo despierto, con aquello de !hay un esqueleto, hay un esqueleto, lo sé, puedo sentirlo...!
Venga, todos a buscar como locos sin obtener resultados.
Repitieron la operación como veinte veces, pero nada.
La verdad es que ese tío sufría una barbaridad. No se lo inventaba.
Cuando ya estaban a punto de abandonar y darse por vencidos, sonó el aldabón de la puerta y la señora Angustias subió al cuarto con el Hombre-lobo y el Hombre-rana.
(Nos vamos a la escena del bosque.)
El Hombre-lobo y el Hombre-rana al final se hicieron amigos. De tanto roce, ya se sabe.
(A la casa otra vez.)
Drácula les contó con detalle lo que allí se estaba viviendo. El Hombre-lobo lo entendió a la primera. El Rana pegó un salto y se fue encima del armario a comerse una moscarda.
Ya hemos dicho antes que el Hombre-lobo tenía poco aguante.
Se acercó al Augusto y le dijo al oído:
-Oye, tú de qué vas, tío. ¿Me han hecho venir hasta aquí para nada, o qué?. Porque seis horas y pico pegándome con un viscoso batracio, para que luego no saquemos algo en limpio...
El acojonado Augusto, temblando por supuesto, le susurró:
-Yo qué quieres que le haga. Aquí hay un esqueleto que me asusta, pero no lo encuentran. Ah, y por favor, no te me acerques tanto, que soy alérgico a los pelos. Además tú no llevas collar anti pulgas y hueles a ciénaga...
El Hombre-lobo intentó controlarse contando hasta diez y respirando hondo, pero cuando iba por el cinco, le meíó un bocado en toda la frente, que le peló media cabeza.
Augusto, desangrándose, muriéndose, con la cabeza descarnada, sonrió como pudo y gritó:
-!Veis como tenía yo razón.! !Estoy poseído.! !El cabrón de esqueleto se me había metido dentro.!
!Estaba en mííííí.!
FIN
Queridos amigos, no olvideis cuando os vayais a dormir, que al apagar la luz pueden aparecer esqueletos, vampiros o fantasmas; pero que si dejáis la luz encendida, lo que aparecerán serán unas aterradoras facturas de la compañía eléctrica. Buenas noches.
hasta ahora había tenido miedo de los esqueletos ajenos, pero ahora que gracias a este relato puedo a llegar a tener personal me conmueve hasta la médula (esdrújulo) voy a morderme a ver si está ahí el aterrador...