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Categoría: Misterios

El rayo

No penséis que he venido para
traer paz a la tierra; sino espada.

Porque he venido para poner disensión,
al hombre contra su padre, a la hija
contra su madre, y a la nuera contra
su suegra; y los enemigos del hombre
serán los de su casa.
San Mateo 10:34-36




El humo maloliente corrió por toda la vieja casa. En el balcón el cuerpo calcinado por el rayo y cerca del hogar el amigo inseparable de Pancracio ladraba, no sé si de pena o de alegría. Hasta allí llegaron los días del invencible hombre del barrio Marimba.

La lluvia no se detenía, el fango y todo bajaban de la maldita montaña. Aquello era un infierno. Hasta excremento humano penetró por la puerta principal de la miserable vivienda. La masa inerte del infeliz hombre quedó pillada entre su sillón de descanso y las barandas de madera que cercaban aquel lugar en el cual todas las tardes pasaba su borrachera maldiciendo a su mujer y a todos sus vecinos bochinheros.

Aquella tarde todos los informes del tiempo habían pronosticado sol y calor.

Pancracio reía; en sus labios morían algunas frases despectivas y vulgares. Esos individuos e individuas no saben dónde tienen el... menos van s saber cuándo lloverá o hará sol. Recordaba las veces que se preparó para recibir los terribles y desvatadores huracanes que destruirían el barrio. Gozaba ver a la gente comprando como locos en los centros comerciales. Disfrutaba de los análisis meteorológicos de los neófitos.

___Mira condenao hombre!,¿Qué estás esperando para clavar las puertas y las ventanas?-le gritaba por undécima vez su mujer Violeta-


___ No te preocupes que yo sé a quien voy a clavar esta noche.- le respondía en forma burlona a su flamante esposa-

Pasó todo el día bromeando, bebiendo Palo Viejo sin bañarse, comiendo frituras y hablando mierda. Era un republicano de los buenos. Sentía orgullo de ser Ciudadano Americano. Se sentía orgulloso de aparecer retratado junto al Gobernador. Se jactaba de ser pana fuerte del Alcalde y hasta tenía un trabajito en la alcaldía.

___¡Me joden la vida los independentistas que se pasan protestando por todo! Allá están en la ciudad recogiendo chavos "americanos" para sacar la Marina de Vieques. Me joden la vida cada vez que veo a uno de ellos protestando, no quieren el prograso pero se desviven por los "verdes" de Washington- murmuraba con rabia-

Un día le rompieron los dientes por bocón y sucio. No respetaba a ninguna mujer, niña, anciana, meretriz; hasta les faltó el respeto a tres monjitas, que en una ocasión, se detuvieron frente al negocio de Josefo.

___¡Qué pena que doncellas tan dulces y hermosas hayan tomado ese camino de santidad!... ¡lo que se pierden!' exclamó el gran cochino-

No supo quién le pegó tan fuerte en la boca. Perdió tres dientes y casi no pudo hablar por dos semanas. Era un asco. Hablaba mal de todo el mundo. Ni el Santo Papa se salvaba de sus vulgares comentarios.

___¡Este país lo que se merece es un dictador como Fidel Castro!- pregonaba cada vez que se emborrachaba- Los hombres de este condenao barrio son todos unos cabrones. Se van a trabajar y sus mujeres se las pegan. El cura es pato y los maestros un chorro de tecatos.

Le decían la peste bubónica y reía complacido creyendo que era un elogio, el ganso del pueblo, el mentiroso por excelencia, el entrometido, el aguafiesta de cumpleaños, bodas y hasta de velorios.

Este tipo era tan indecente que en una ocasión se puso fresco con el cadáver de su cuñada que había fallecido en un accidente a la edad de veintitrés años.

Eran las 11:00 de la noche cuando penetró por la puerta con un ramo de flores silvestres, borracho hasta el ñame y vestido con un traje viejo, despintado y sucio. Despeinado y con su barba asquerosa gritaba como un maniático.

___¡Coño, pendeja! ¿Por qué te fuiste sin antes disfrutar de mis caricias, de este amor prohibido, de este néctar de los dioses?¿Por qué nunca quisiste darme un poco de cariño?

Se lanzó sobre la caja y la muerta que fue a dar al piso. Más de diez hombres tuvieron que luchar con aquel animal para echarlo fuera. Una vez en el patio, se arregló su maltrecha corbata, se limpió la sangre que salía de su nariz, se dio tres palos de ron y maldijo a todos los presentes.

___¡Cabrones, métanse a la muerta por donde ustedes saben!

Ahora su mujer está frente al cadáver. Está vestida de verde. Permanece inmutable frente al féretro. Ni una lágrima, ni una palabra, sólo silencio, silencio de muerte, silencio de gozo. Ha disfrutado aquel difunto desde las diez hasta esa hora. Es la una, casi todos se han ido, sólo quedan varios borrachos, algunos familiares, su hermana mayor, a quien trató de violar una noche tormentosa, el ministro; ya sus doce hijos habían abandonado la casa.

Violeta no resistía tanta hipocresía, tantas palabras inútiles de consuelo; las críticas de las viejas porque estaba vestida de un verde precioso. Era una mujer muy elegante, tenía los ojos negros irresistibles, misteriosos, tristes y profundos. Nadie podía entender cómo fue posible que aquella mujer de buena familia, y tan hermosa, se uniera en sagrado matrimonio con aquella rata inmunda y despreciable.

Ella lo miraba, sonreía disimuladamente. Recordaba como lo encontró. Quemado, botando humo por todos los rotos de su cuerpo. Parecía como si le hubiera reventado un cartucho de dinamita por dentro.

Bajo la lluvia fue y buscó el perro, Blakie, el amigo fiel, el confidente, el que conocía de sus penas, de sus llantos. El perro la miró y ella le murmuró al oído.

___¡Se jodió el desgraciado!... pagó todo lo que nos hizo. Ven para que lo veas por última vez. Ya no te emborrachará más ni te comerá tu comida, tampoco te castigará dejándote por días sin darte de comer.¡Se jodió el que nos jodía la vida!

Recordaba como el perro la siguió hasta el balcón. Miró a su amo. Se acercó y le dejó un hermoso y oloroso regalo sobre su cuerpo tenebroso.

Penetraron a la sala y ella se sentó por largas horas. La lluvía seguía cayendo. La lluvia no cesaba. Una semana lloviendo... El coro de insectos había callado. El ruido era terrible. Los truenos y los relámpagos eran más fuertes. La casa estaba vacía. Todos los muchachos estaban con sus abuelos y regresaría el domingo.

Allí estaba ella vestida de verde. Miraba las flores, los rostros de los visitantes. Debajo de las coronas estaba Blakie. Movía el rabo y de vez en cuando miraba a su ama. Ambos sonreían, se comunicaban mentalmente.

___¿Te acuerdas, Blakie, la noche en la cual cayó el rayo sobre el balcón?¿Recuerdas los golpes que me dio el día de mi cumpleaños?¿Recuerdas los insultos y las palabras vulgares que me dijo?

Era un diálogo interminable. Allí estaba vestida de verde, verde claro, sensual, verde flamante. Parecía una ninfa, una diosa del Olimpo. A veces escuchaba las murmuraciones de los cerdos que todavía permanecían en el lugar. Eran lobos hambrientos, rapaces, en espera, en espera de la presa, de aquella presa que estaba entera, a pesar de la docena de hijos procreados, exquisita, no había hecho nada, el difunto la dejó como bizcocho para cumpleaños.

¡Qué potranca, compay! Me atrevo a seguir la cuenta. Está como me la recetó el doctor- murmuraban los tres o cuatro borrachos que todavía quedaban en el velorio-

Ella sonreía. A veces descubría la mirada lujuriosa del ministro y recordaba las palmaditas inocentes y cariñosa del cura sobre sus rodillas pecaminosas y los suspiros de éste.
Sonreía con ternura. Aquellos labios tentadores eran imanes, su caballera negra, su hablar pausado y melodioso.

___¡Carajo, qué buena estás!- gritó Evaristo fuera de sí, enloquecido-

Violeta ignorando el reclamo se acercó por primera vez al cadáver. Bajó su cabeza y su hermosa hilera de pelos cubrió el rostro del odiado cerdo que parecía que dormía la siesta de la tarde... le murmuró al oído...¡Te lo dije cabrón que un día un rayo te iba a partir por la mitad!...

Miró a Blakie, éste movió la cola. Sintió la suavidad de aquellos dedos, de aquella mano angelical y tierna. Se movió a la perta de la casa. Se sentó en el balcón donde Pancracio acostumbraba sentarse para leer el periódico. El perro se sentó sobre sus piernas. La lluvia volvía del descanso, esta vez soplaba el viento fuerte. En el horizonte los rayos cruzaban el firmamento. Violeta sonreía mientras tomaba una taza de chocolate caliente. Adentro todavía quedaban los borrachos. Hubo un silencio angustioso, terrible, maléfico...

La muerte entró por la cocina vestida de verde, se detuvo frente al cuerpo serio de Pancracio. Le hizo una mueca y se mofó de él... El frío se apoderó de la sala y todos los presentes sintieron temor. La caja parecía moverse, la lluvia había arreciado. Lluvia furiosa cargada de relámpagos y truenos. Un extraño ruido venía de la montaña. El torrente de agua entró con ira por el balcón. Violeta se golpeó con la baranda, agarró a su perro y logró salir de la casa.

Los borrachos dejaron al muerto solo. Las aguas de la quebrada estaban endemoniadas. Violeta corría con su Blakie en busca de refugio. El perro ladraba... Hubo una calma inquietante. La casa se deslizó suavemente y la caja del difunto salió como un cohete por la puerta trasera de la cocina.

La explosión estremeció los cimientos de la montaña. El rayo destructor sobre el árbol. Se escuchó el ladrido del perro... Las aguas volvieron a su cauce. El nuevo día nace. Las flores crecen en el jardín de Violeta. El panorama es triste, sombrío, tétrico, desolador...

Allí estaba Blakie, acostado sobre los escombros. Se pone en dos patas. Piensa... una lágrima brota de sus ojos irritados. Mira hacia la lejanía... hacia la montaña, hacia donde el cielo y la tierra parecen abrazarse. Espera a su ama. Gime y brinca, tiene pesadillas... el árbol, su ama corriendo, el rayo, la muerte, su ama vestida de verde se esfuma entre las sombras de la noche bajo la lluvia cristalina, cortante, fría... ruidos, grito, humo...¡Muerte!
Datos del Cuento
  • Categoría: Misterios
  • Media: 5.89
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