Luis era un joven de 21 años, que como todo joven de esa edad quería tener su propio auto, pero no cualquier auto sino un auto de los clásicos. El vivía en un barrio de clase media, estudiaba Informática y trabajaba reparando computadoras en el pequeño taller que había montado en su propia casa. Vivía con sus padres (que no tenían una buena relación) y no tenía hermanos. Su padre era electricista y su madre era ama de casa. Estaba claro que entre los tres no podían reunir el dinero suficiente para comprar un auto. Luis tenía dos aficiones en su vida, las computadoras y los autos clásicos. Un día, quiso el destino, que un tío de Luis, decidiera marcharse al exterior y entre las cosas que dejaba en el país se encontraba un viejo auto. El auto era un Volvo Amazon de 1956, color rojo, con motor delantero, 2 puertas, 4 cilindros, 4 velocidades y con velocidad máxima de 149 km/h. También el destino quiso que el auto fuera a parar a casa de Luis y el joven recibió el auto como un autentico regalo del cielo. En el plazo de una semana su padre lo había restaurado y le había enseñado a conducir a su hijo. Luis no podía creer que tenia un auto clásico como el que siempre había soñado y ya sabía conducir. Era tan grande la felicidad de Luis que en pocos días les había mostrado su auto a todos sus vecinos, amigos, familiares más cercanos y hasta había ido a estudiar en él. Ya hacía un mes que el joven tenía el auto y había sido el mes más feliz de su vida pero la felicidad se iba a terminar muy pronto. Una noche despertó al sentir el ruido de un motor encendido en el garaje, otra noche despertó al sentir un fuerte olor a combustible que invadía toda su habitación, otra noche mientras miraba TV en su habitación, vio a través de la ventana un resplandor que aumentaba y disminuía su intensidad, como si alguien dirigiera hacia su ventana una luz y la encendiera y la apagara continuamente. Un día le prestó su auto a su mejor amigo que a la noche saldría en él con tres amigos más. A la mañana siguiente los cuatro amigos de Luís tuvieron un accidente fatal y murieron pero el Amazon estaba sin un solo rasguño y en perfecto estado. Una mañana, el padre de Luis le contó que durante la noche anterior mientras limpiaba el garaje tuvo la extraña sensación que el Amazon se movía solo y cuando lo miró, el auto se detuvo. Esto, según el padre de Luis, había ocurrido unas tres veces. Mientras tanto, la madre aseguraba que una noche mientras botaba la basura pudo ver al auto dando vueltas alrededor de la casa, en círculos. Ella quedó petrificada porque sabía que su esposo estaba mirando la TV y su hijo estaba en su taller. Indudablemente había algo extraño entorno al Volvo Amazon de 1956 (sobretodo por las noches) pero Luis no creía ninguna de estas historias. Una noche, a dos meses de tener el auto, Luis ya cansado de una fuerte discusión entre sus padres (la discusión era por el auto) decidió ir a dar una vuelta para despejarse y tomar aire fresco. Era una noche de verano, había una pequeña brisa, el cielo se veía estrellado y la luna estaba en todo su esplendor. Se montó en el Amazon, salió muy despacio y tomó su calle favorita (la que siempre tomaba para ir a estudiar). Después de 15 o 20 minutos en silencio y con la mirada fija, Luis dijo sonriendo: “Vamos auto, muéstrame si lo que se dice sobre ti es verdad”. Durante algunos minutos no ocurrió nada extraño y el joven dio por hecho que todo lo q se decía sobre el Amazon era mentira. Pero de repente todo cambió. El auto empezó a tomar velocidad, las luces se encendían y se apagaban solas, el capot se abría y se cerraba enloquecidamente, los limpiaparabrisas se movían solos y la radio del auto sintonizó una estación con un volumen ensordecedor. Después de un breve tiempo el auto había alcanzado una velocidad mucho mayor a la que podía alcanzar (quizás 200 km/h o más). Luis estaba aterrado, presa del pánico, la angustia y la desesperación. No entendía que pasaba, todo parecía una horrible pesadilla y era como si el Amazon tuviera “vida propia”. En su loco recorrido el auto se llevó puesto personas, columnas, carteles y todo lo q había a su paso. El Amazon súbitamente empezó a disminuir la velocidad, estaba muy golpeado y había perdido algunas partes, era como si estuviera “herido”. En ese instante, Luis pudo dar un “volantazo” e hizo estrellar de frente al Amazon contra un árbol grande y grueso. Asustado bajó del auto y empezó a correr de regreso a su casa y atrás quedó el auto como “adherido” al árbol, destrozado y retorciéndose. Luis corrió sin parar hacia su casa y sin mirar atrás. Llegó a su casa, le contó lo sucedido a sus padres y estos trataron de calmarlo sin esconder el miedo que tenían. Al otro día Luis y su padre fueron en el auto de un vecino hasta donde se debía encontrar el Amazon accidentado y destruido, pero para sorpresa y terror de ellos el auto no estaba, solo estaba el árbol y unas marcas profundas tanto en el árbol como en el suelo. En ese momento, Luis con la mirada fija en el árbol, pensó que el Amazon (que el había empezado amando y había terminado odiando) seguía con “vida” y ahora ya sabía la verdadera causa por la cual su tío se había marchado al exterior y les había dejado tan particular “regalo”.