MÓNICA MIA 7
Capítulo 7
“Aparece el Galán”

Terminamos de desayunarnos cuando suena el timbre.
Al rato aparece Beatriz – Señor, llegó un tal Ricardo Sánchez.
Mónica palidece.
Beatriz – El señor dice que vino a hablar con mi señora Mónica.
Miro a Mónica intrigado... ella me adivina.
Mónica- Es el padre de Cristina Alejandra.
Ya no me gusta. Tengo un mal presentimiento.
Joaquín – Hágalo pasar, Beatriz, la señora Mónica lo va a recibir aquí.
Llega acompañado de Beatriz. El tipo parece un galán de telenovelas, pero sus ropas son ... bueno sin comentarios.

Ricardo - ¡Hola mi amor!
Va derecho donde Mónica. Intenta darle un beso. Ella lo rechaza.
El tipo como si nada. Mira los objetos de la casa, parece estar avaluando, tasando.

Ricardo – Necesito que hablemos en privado.
Joaquín – Mira Mónica... estaré en el jardín, si me necesitas... ya sabes.
Y me voy.
Al rato viene Mónica a pedirme una cantidad de dinero. Le digo que no tengo en casa esa suma pero puedo hacerle un cheque.
Voy a mi escritorio, redacto el cheque y se lo doy.
Ella me dice que es por una semana.
Mónica le entrega el cheque y el tipo se va.

Ricardo desde la puerta - ¡Besos a nuestra hija!

Me cae “de la patada” su frase de despedida.
Voy donde Mónica y le pregunto - ¿Todo bien?
Mónica con los ojos llorosos – No preguntó para ver a su hija.
Se va a su cuarto y se encierra.
Casi no nos hablamos. Pasa así toda la semana
Es sábado. Llego a la casa con el pan y el periódico.
Beatriz – El señor Ricardo llamó por teléfono a la señora Mónica y ella tomó un taxi y se fue.
Joaquín – ¿Y las niñas?
Beatriz – Naty, Verónica y Ana Maria duermen. Cristina Alejandra ya tomó el biberón y también duerme.

Mónica vuelve tarde en la noche. Desde mi cuarto escucho cuando cierra la puerta del suyo.
Sé que no soy su novio ni su esposo... soy solo un idiota. Me siento como... que se yo. Soy tan estúpido.
Me asfixio en el cuarto. Salgo al jardín. Estoy un rato viendo las estrellas. No pienso en nada. No quiero pensar. Veo el Z3.
Busco las llaves y salgo a rodar.
Conduzco sin saber a donde voy... pero sigo.
De pronto pienso ¿será cierto que este coche llega a los 250 km/h?
Aprieto el acelerador. Brama el motor del Z3. Siento como la aceleración me pega al respaldo. En pocos segundos estoy a 200 km/h. La autopista tiene una recta larguísima... 255 km/h ya pasó la velocidad tope. Tengo que ver muy a lo lejos para reaccionar con tiempo. De pronto veo una curva. No alcanzo a percibir si es muy cerrada o no. Aplico dos rebajes y los frenos. Tomo la curva, es algo cerrada y sin peralte. Siento la cola del Z3 en derrape. Con el volante trato de corregir. El Z3 despliega la tecnología de que fuera dotado en Bavaria (Alemania). Bloquea la rueda que está fuera de la curva y deja rodar la otra. Acelero y hace un movimiento de zigzag con la “cola” y se estabiliza. Encaro otra recta... sigo acelerando 230 km/h ... 250 km/h otra curva. De nuevo la tecnología del BMW Z3 corrige el derrape y evita el trompo. Me detengo al costado de la autopista.
¿Qué estoy haciendo?
Vuelvo a mis cabales y regreso a casa.
Al entrar voy a la cocina por un refresco y me encuentro a Mónica tomando un café.
Mónica – Te estaba esperando. Quiero explicarte...
Joaquín – Mejor no me expliques. No quiero saber.
Me doy media vuelta y la dejo sola.
Ella me alcanza – Tengo que decirte...
Joaquín – Que no quiero oírte. Haz de tu vida lo que te plazca. No me importa.
(Continuará)