CENTRO ISLAMICO DE BOGOTA
SERIE RELATOS ISLAMICO
================================================
DISPUTA POR UN TESORO
Esta historia ocurrió en tierra de creyentes, de hombres, y mujeres, sumisos a Dios y cumplidores de sus mandatos. En tierra de musulmanes. Dos habitantes de esas tierras – Musa y Omar- tuvieron una disputa por la propiedad de un tesoro.
Omar tenía dos terrenos, uno sobre el que se levantaba su casa y a su alrededor tenía una huerta casera de donde se proveía de parte de sus alimentos y un lugar para animales domésticos, pero no tenía con que comprar ni una oveja y mucho menos una vaca. El otro terreno estaba al otro lado del poblado, no había podido explotarlo como habría querido y decidió venderlo y con el dinero comprar los animales que le faltaban para obtener leche para su familia.
Musa, por su parte, era tan pobre o quizás más que Omar, pero se había unido a una caravana de mercaderes, con lo que obtuvo un dinero, y por ello se dispuso a conseguir un terreno para levantar una casa y vivir en ella con su familia e igualmente cultivar una huerta. Por ello, al saber que Omar estaba vendiendo el terreno, fue y se lo compró. Los dos se pusieron felices con el negocio y dieron gracias a Allah.
Tiempo después de realizado el negocio, Musa atravesó el pueblo y llegó hasta donde Omar, estaba agitado y decía cosas incoherentes, Omar solo le entendió que lo acompañara hasta el terreno, por lo que lo siguió; una vez en el lugar Musa le señaló un promontorio de tierra removida y le decía “ ¡ahí lo encontré¡, ! ahí lo encontré¡, Omar no comprendía de que le estaba hablando, pero de pronto éste – Musa- lo tomó del brazo y lo llevó a una de las habitaciones de su casa y Omar quedó mudo, perplejo; esparcido por el suelo, estaba un gran tesoro: joyas preciosas, monedas de oro y muchas otras cosas que él no sabía de que se trataba, todas muy bellas. Cuando se repuso glorificó a Allah y dijo a Musa. Que Allah te bendiga y te conserve toda tu riqueza, de El venimos y a El retornaremos. Allah te ha congraciado con una gran riqueza.
Musa le replicó, Allah te ha concedido esas riquezas a ti y no a mí, el terreno era tuyo, lo recibiste de tus padres, por lo que el tesoro te pertenece. Omar, por su parte le dijo. No Musa, tú me compraste el terreno y lo que había en él. Si en él estaba escondido un tesoro, entonces éste te pertenece a ti y solamente a ti. Así estuvieron largo rato disputando sobre quien de ellos debería quedarse con la riqueza. Cada uno decía que el dueño era el otro y ninguno aceptaba ser el propietario.
Algunos vecinos se enteraron de lo sucedido y dieron su opinión sobre lo que debían hacer los hombres, pero estos temían mucho a Allah, por lo que no querían hacer algo en contra de sus mandatos. Pensaban que si se lo repartía por partes iguales, o si lo regalaban a la mezquita, como le insinuaban sus vecinos, ello era contrario a los mandatos de Allah, y se decían mentalmente: “El tesoro le pertenece a Musa, el compró el terreno, por lo que yo no puedo disponer del mismo.” “El tesoro le pertenece a Omar, su familia le dejó el terreno y yo no podría aceptar ni regalar no que no es mío.”
Por fin, alguien les aconsejó consultaran con el imám de la mezquita, persona muy virtuosa y versada en el Corán.
Los dos hombres se pusieron de acuerdo y fueron a donde el sabio y le expusieron el motivo de su disputa. El sabio guardó silencio y les pidió tiempo para pensar sobre el asunto. Les dijo que volvieran al día siguiente, que si Dios así lo permitía, él les tendría la solución. También les pidió que suplicaran a Allah, les inspirara una solución.
El viejo sabio, hasta muy entrada la noche, estuvo haciendo su salat –oración-, recitando el Corán, glorificando y suplicando a Allah – Dios- le inspirara la solución del asunto que se le había consultado. Se quedó dormido y soñó que se encontraba en una cueva custodiando un tesoro, cuando de pronto apareció en un extremo de la cueva un ángel con un tesoro mucho más grande que el que él custodiaba y lo dejó ahí. Cuando ese ángel se hubo ido, apareció otro ángel con otro tesoro tan grande como el que había traído el primer ángel y lo dejó en el otro extremo de la cueva, éste ángel también se fue. El estaba asombrado por lo que había visto, cuando de pronto observó que los dos tesoros, a los que los separaban varios metros, comenzaron a unirse hasta formar uno solo y entonces, cual no sería su sorpresa, cuando vio que el tesoro que él estaba custodiando fue atraído por el tesoro formado por los otros dos.
El sabio se sobresaltó, no entendía el sentido de su sueño. Que significado podría tener los dos grandes tesoros y porque esos dos tesoros se habían unido y absorbido al que él custodiaba. Se dijo para sí “Allah es sabio y El sabrá mostrarme la solución a dicho asunto. En sus manos dejó todos mis asuntos.”
Fue hasta la mezquita a dirigir el Salat del fayer – Oración del alba-. Cuando hubo terminado la Oración, los dos hombres se le acercaron, él aún no tenía la solución, solo se le ocurrió decirles “Vengan al Salat de Dhoor – Oración del mediodía- y cada uno tráiganme su tesoro más grande.” Los hombres se miraron asombrados, no entendieron lo que el sabio les quiso decir, pero tampoco se atrevieron a preguntar y cada uno, luego de despedirse con el saludo del Islam –Salamualeikon- salieron por su lado rumbo a sus hogares. Todo el camino estuvieron pensando en lo que el sabio les había dicho que llevaran, si ellos no tenían riquezas, eran pobres, nada había de valor en sus casas.
Cada uno de ellos se dedicó a sus labores domesticas hasta que se escuchó el Adhan - llamado a la oración-, entonces hicieron sus abluciones y se disponía a salir rumbo a la mezquita cuando se acordaron de lo que les había dicho el sabio, se pusieron muy tristes, sus esposas se dieron cuenta que algo los atormentaba y los interrogaron sobre sus problemas, estos les comentaron lo que les había dicho el sabio. Sus mujeres les dijeron “El sabio sabe bien que nosotros somos pobres, por lo que no ha podido pedir que le lleven riquezas, ha tenido que referirse a otra clase de tesoros.” Y nuestro único tesoro, dijo la esposa de OMAR, es nuestro único hijo, llevadlo ante él. Por su parte la esposa, de MUSA, dijo: “Nuestro único tesoro es nuestra única hija, llevadla.”
Los hombres cada uno por su lado, salieron rumbo a la mezquita llevando a su mas grande tesoro, no obstante estaban preocupados, se preguntaban si estarían actuando correctamente. Entraron sin ser vistos por el otro y pidieron a sus hijos esperaran hasta que ellos hablaran con el sabio. La hija de Musa se hizo con las mujeres y el hijo de Omar hizo lo propio.
Una vez terminado el Salat de Dhoor, los hombres volvieron a acercarse al sabio, éste les preguntó si habían traído consigo su más grande tesoro, los dos como si se hubieran puesto de acuerdo contestaron al unísono “Sí”, el sabio se sorprendió, y por separado preguntó a cada uno cual era su gran tesoro, OMAR, le señaló hacía su hijo. Por su parte MUSA, señaló hacía su hija. El sabio se quedó pensativo, miró nuevamente hacía donde estaba cada muchacho y algo lo sorprendió, los dos jóvenes se miraban tiernamente, se veía que el amor se prendaba de ellos. Entonces exclamó. Aljamdulilla, Allah, es Sabio y Misericordioso, provee la solución a los asuntos de sus siervos de donde menos esperamos”.
“Allah me ha inspirado la solución a vuestro asunto”, dijo a los dos hombres. Luego les propuso, “preguntad cada uno a vuestros hijos, si están dispuestos a casarse entre sí”. Los dos hombres se sorprendieron, ellos no habían ido a casar a sus hijos, solo querían una solución referente al tesoro, pero respetaban demasiado al sabio que no se atrevieron a decirle nada y se acercaron a sus hijos. OMAR interrogó al suyo sí estaría dispuesto a casarse con la hija de MUSA, la pregunta sorprendió al muchacho, quien dijo: “no puedo contestarte hasta conocer a esa mujer.” Lo mismo le contestó a MUSA, su hija y esta le dijo algo similar. Los padres les dijeron, que podrían conocerse, ya que ambos estaban en la mezquita. Y señalaron hacía donde estaba el otro. Los jóvenes casi saltan de alegría, cuando descubrieron que sus padres les estaban pidiendo se casaran entre sí.
El sabio observó lo que ocurría y cuando los hombres se le acercaron, les dijo. Ahora os voy a relatar el sueño que tuve y a darles la solución del asunto del tesoro. Les relató su sueño y entonces todos comprendieron la solución. Allah, les dijo el sabio, nos ha dado la solución, los dos grandes tesoros de mi sueño, son vuestros hijos, ellos mismos se han acercado el uno al otro y cuando se unan en matrimonio, entonces dadles a ellos el tesoro.
Al poco tiempo los jóvenes se casaron y sus padres les dieron como regalo el tesoro. Los jóvenes dieron parte de este a sus padres, con lo que vivieron holgadamente. Otra parte del tesoro fue dada a los pobres. Todos los habitantes del poblado estaban felices y contentos. Los jóvenes se amaron mucho y fueron un ejemplo para la comunidad.
Autor: Bin Said