Dedicado a Claudia Cecilia Cirelli y Miguel Angel Pousada. * por Natalia Lanati *
Libros de lectura para los distritos de La Plata, Berisso y Ensenada
Breve introduccion:
Cuando me pongo a pensar que ya en la distancia debemos hacer reparto de nuestros pensamientos, de nuestras viviencias para así poder comprender que nada nos vincula, me duelo por dentro, tal vez desearía poder haberlo hecho en persona, de forma más cercana.
Sin embargo es justo buscar una forma de quedarnos los dos con nuestros momentos separándolos con la fina línea dibujada en este tiempo que marca el final o tal vez el principio de lo que ya no hay.
Yo, quiero quedarme con tus recuerdos de las noches, con esas charlas interminables compartiendo un café, un copita de orujo, de vino o de cerveza, conversaciones de humanidad y cercanía con las que crecimos juntos y nos descubrimos tantas cosas... Me quedaría también con tus abrazos, esos que estrechaban los lazos invisibles del cariño y llegaban hasta lo más profundo de mis latidos, confudiéndose con los tuyos.
También, si no es mucho pedir, me gustaría quedarme con tus miradas, esos dos puntos oscuros pero brillantes que iluminaban tu cara mientras te hablaba, mientras me hablabas, ¡qué bonitos eran!, tonta de mi, y yo cuando los ví por primera vez creía que estaban así porque estabas mal, porque tenías fiebre o porque estabas enamorado... de otra persona.
También quisiera quedarme con aquellos desayunos en los que yo leyendo un periódico te esperaba, nos tomábamos uno, dos cafés y tratábamos de arreglar el mundo junto con nuestros sentimientos.
Por último me gustaría quedarme con tus manos, las que acariciaron con la misma intensidad mi mano temblorosa y asustada por los daños de la vida y mi cuerpo receptivo y entregado a ti para que lo cubrieras de caricias.
Me quedo con tus regalos no solo los preparados o espontáneos que surgían, sino sobre todo, los detalles, aquellos momentos de aliento que me entregabas por tu sensibilidad, por tu percepción de las cosas justas, con eso me quedo, con la parte más entrañable de tu mundo y no necesito más, esos, aunque ya no estén, son los más bonitos recuerdos que me diste para guardar para siempre como un tesoro.
Tal vez pienses que me quiero quedar con todo y no dejarte más que migajas de pensamientos o hechos, pero no, yo no entiendo de amores egoistas cuando son de verdad, así que te dejo mis pequeños regalos de cariño porque mis detalles de sensibilidad no los superaron. Te dejo en el pensamiento la noche más especial de mi vida, tú sabes porqué, no por ser la única, sino por ser la primera, por ganas me quedaría con ella pero fue tan humana y tan auténtica a la vez que me gustaría que la guardaras para ti porque la vida quiso que fuera tuya, cuidamela en tu pensamiento. También te dejo todos nuestros momentos de pasión en los que te entregaste a mi y yo te sentí mío. Te dejo además mis sonrisas, salpicando todos tus momentos de confusión o de añoranza y tus horas de más desaliento. Y te dejo mis palabras, de todas ellas escoge sólo las que te conmovieron, las que te llegaron o impulsaron a darle un estirón a tu vida, el resto recógelas, amontónalas en frases, átalas con el nudo de mi incomprensión y transfórmalas en besos y abrazos que arropen tu corazón en noches frías porque eran propias de una persona que estaba asustada y perdida en sus sentimientos.
El resto de las situaciones, de los instantes de una realidad, no fueron ni tuyos ni míos, mejor será dejarlos acomodados entre los sueños.
Y finalmente, repartidos los recuerdos, sería también lógico repartir a los amigos.
Pero eso nunca he sabido cómo hacerlo. Tuyos son, que te apoyen y te quieran como yo lo hice, soy incapaz de partir por la mitad, de resquebrajar en pedacitos de cariño dos parcelas importantes en mi vida: tus aprecios y mis sentimientos.
Y... la música que pueda emocionar nuestro pensamiento, no se puede repartir, es de dos.
FIN
Autor: :-) Copyright © 2004 - Todos los derechos reservados.
Detalle del relato: dedicatoria
La Plata - Buenos Aires - Argentina -
el mismo relato. Si en verdad el amor entre esas dos personas merece este cuento os lo regalo a quienes lo habéis exhibido aquí. Me llama la atención la palabra puesta al final FIN, los recuerdos no tienen fin, mi cuento tampoco, al terminar de escribir se inició en mi alma el recuento de mis sentimientos, el amor no tiene fin tan solo con la soledad del tiempo se transforma en algo hermoso, nunca en dolor, nunca en rabia, nunca en sufrimiento si es amor de verdad. un saludo y un abrazo de condolencias y cariño para Buenos Aires en esas horas oscuras en las que el dolor de esa tragedia es dolor compartido, como este cuento. :-)