Nunca entendí por qué era tan amable y amoroso conmigo, cuando todo lo que hacía era tratarlo mal y menospreciarlo. Cuando lo engañaba y traicionaba siempre volvía a su lado sin pedirle perdón, era como si pensara que él tenía que estár conmigo incondicionalmente, que era su deber brindarme apoyo cuando yo lo necesitara; claro, todo esto sin reciprocidad algúna.
Él sólo se limitaba a recitarme un trozo de un poema, sobre todo cuando llegaba arrepentida por haberme involucrado con algún infeliz, me decía: "Mientras el sol no te excluya, no te excluiré. Mientras las aguas no se nieguen a brillar para tí y las hojas a susurrar para tí, mis palabras no se negaran a brillar y a susurrar para tí". Tantas veces lo hizo que le pregunté el nombre y autor del poema, él solo se limitaba a decirme que era de un tal Whitman.
La gente se cansa del masoquismo. Un buen día, cuando inundado de maltratos y desprecios de mi parte se fue de mi lado. Sólo me dejó un pequeño libro de color verde sobre la mesa, se llamaba "Hojas de Hierba" de Walt Whitman. Lo tomé y empecé a leer poema por poema para ver si se encontraba el que tanto recitaba, hasta que por fin lo encontré. Cuando leí el titulo, sin darme cuenta o sin evitarlo una sonrisa se dibujó en mi rostro y pensé que tenía muy bien merecido que me dedicaran un poema titulado "A una prostituta cualquiera".