“La peor manera de extrañar a una persona
es estar sentado a su lado y saber que nunca podrás tenerla”.
Gabriel garcia Marquez

…era muy lejano aquel lugar, lejos de toda perturbación, rodeado de todo aquello que se puede soñar; paz, un entorno inspirado en lo más profundo del alma de la tierra: una pequeña escuela ocupaba el centro de aquel pueblo, cuando llegaban las doce del medio día, había que hacerse hacia un lado para que los niños salieran corriendo hacia sus casas a buscar su almuerzo y terminar en el resto de la tarde, sus labores académicas.
Un día como todos, en la mañana en la que todos los niños arribaban a la escuela, se distinguía entre ellos a Soto; con sus mochitos de cuadros y mocasines negros, arrastrando su pequeña lonchera organizada por su madre, cabeza hacia el suelo y que a duras penas se podían notar sus ojos que tapaban su gorra.
Caminaba pensando en aquella chica que lo deslumbro desde la primera vez que la vio. Clara, una niña que estaba en el mismo grado que Soto. Hermosa como una flor y radiante como el sol. Clara para él, por que no la conocía y estaba conforme con inventarse un nombre con el objetivo de tener algo de ella y ese nombre era el que describía su alma.
Aquel día, en el aula de clases, Soto como siempre entraba y en el instante se dirigía hacia el fondo del salón para poder apreciar aquella escena en que… La brisa del contraste entre el corredor y el aula jugaban con la cabellera de aquella chica y un olor a jazmín se cruzaba por todos los rincones adornando aquel lugar con el verde de sus ojos y el dorado de sus cabellos, pasaba ante él como un sueño y su alma sin reclamar se asomaba.
En un momento entra la profesora, Karla, matemáticas era su vocación pero no era bien correspondida por Soto, que presentaba muchas dificultades en esa materia.
Ya cuando la clase terminaba, Karla exclamo: “quiero que estudien para la próxima clase la suma y la resta por que realizare una evaluación oral”.
En ese momento Soto pensó; “esta debe ser mi oportunidad para demostrar que yo no soy cualquiera”.
Efectivamente, cuando termino la jornada de clases, decidió por no ir con sus amigos a jugar el fin de semana, sino que le dio prioridad a estudiar matemáticas…
Lunes otra ves y los niños volvían a la escuela. Ya todos listos en el salón esperando el gran momento en que llegara la profesora; Pero Soto, con sus ojos puestos en ella, la niña que lo inspira y le roba la calma, era el mas ansioso de que llegara el momento y poder dejar a todos sorprendidos.
En un momento inesperado, la profesora, Karla ya estaba dentro del salón y de pronto un absoluto silencio lo invadió; caminando hacia el escritorio, con la lista de alumnos en su mano, se sienta y exclama el primer nombre para la prueba oral: ¡Soto¡ dijo la profesora, y él, seguro de lo que había estudiado se levanto antes de que todos sus compañeros lo voltearan a ver.
Soto, -exclama la profesora señalando a “Clara”- si tú tienes tres manzanas y le das dos a Margarita, ¿Cuántas manzanas te quedan?
¡Margarita¡-pensó fuerte Soto en su mente- ese es su nombre, Margarita como aquella planta que sale con el sol, al fin pudo conocer su nombre y eso lo lleno de eterna felicidad, pero al saberlo, olvido todo lo que había estudiado, y al tratar de contestar la pregunta se quedo en silencio pensando al mismo tiempo en el hermoso nombre que había escuchado y en que iba a hacer con la prueba…
Soto, -exclama la profesora señalando a “Clara”- si tú tienes tres manzanas y le das dos a Margarita, ¿Cuántas manzanas te quedan? Entonces Soto con vos penetrante exclamo: “Si yo tuviera tres manzanas y le diera dos a Margarita ¿Cuántas manzanas me quedan?, la verdad, no se profesora, pero si le pudiese dar dos a Margarita, al menos tendría una oportunidad…” PEDRO