>>%<<< A VALENTÍN LEONARDO >>>%<<
01.01.1986
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Mi querido padrecito ¡ el más bueno, el más noble, el mejor de todos los padres !
Alto, guapo, elegante, rubio de preciosos ojos
azules, de bellísimo corazón, de dulces ademanes y bellos sentimientos, con alma de cristal y cuerpo de mortal.
Me gustaria hablaros de mi padrecito, y por ello
intentaré hacerlo brevemente, por medio de una sorpendente anécdota de su vida:
Tuvimos una criada que se llamaba Rudy, era muy buena y puntual, todos los días acudía a su trabajo con extrema regularidad, pulcramente vestida, a pesar de su evidente humildad.Ella era muy alegre y siempre estaba cantando, pero hubo un tiempo en que dejó de hacerlo y comenzó a ausentarse de casa, y cuando regresaba lo hacía con los ojos enrrojecídos, como si hubiese estado llorando.Nosotros nunca conseguimos saber los motivos.
Al mismo tiempo, comenzaron a suceder cosas raras y extrañas; desapareció el anillo de esmeraldas de mi madre, los pendientes de brillantes de la abuela - unos preciosos zarcillos españoles que mi abuelo le había regalado a ella y que, a su vez, eran recuerdo de familia y pasaban por tradición de madre a hija, a lo largo de muchos años...
En ningún momento pudimos sospechar de Rudy, pues era de total y absoluta confianza, pero ...
Un día mi tía Ann comentó ...
- Rudy, que elegante iba usted ayer, con aquel precioso abrigo de visón, su sombrero de fieltro de ala vuelta, la verdad costaba trabajo relacionarla con la trabajadora que tenemos aquí, aquella parecía una rica millonaria..
- Yo señora?, preguntó la criada, al tiempo que palidecía intensamente. Se confunde Ud.Señorita Ann, ayer no he salido de casa, en todo el día, así que dificilmente puede haberme visto a mi.
Mi tía se calló y en el Salón, reinó un denso silencio, ante aquella respuesta.
Hago un inciso para decirles que mi padre era doctor en medicina, y su especialidad era la Psiquiatría.Y en el caso que nos ocupa, su enfermera dió cita a una señora que se presentó en su consulta, a la hora concertada, luciendo un elegante abrigo de visón negro, un sombrero de fieltro de ala ancha que tapaba la parte superior de su rostro, y que desprendía un exquito perfume. Mi padre tomó notas, en sus primeras citas con la paciente, quién le contó que tenía un hijo interno en una Clínica privada.
En las siguientes visitas llegó el momento de tenderse en el diván, y mi padre le rogó que se desprendiese del sombrero de ala ancha, lo cual ella hizo, y Oh sorpresa! se quedó profundamente impresionado pues allí estaba Rudy, delante de sus ojos, pero había algo distinto? ... sus modales, su lenguaje, su educación era más refinada, y más sorprendido aún cuando vió los zarcillos de brillantes de mi abuela en sus orejas, y el anillo de esmeraldas de mamá, destellando en el dedo anular de su mano izquierda.
No podía dar crédito a lo que estaba viendo. No comentó nada con la dama. Aquel mismo día, contrató a un detective privado y así pudo comprobar, días después, como Rudy, se desplazaba a la mansión de la dama,y como cuando salía de ella, lo hacía con ojos llorosos, y enjugando sus lágrimas.
Mi padrecito citó a Rudy en su consulta,con un pretexto ,un día que también tenia que acudir la dama... y allí, entre los tres se desveló el misterio... ?
La dama era viuda y millonaria por matrimonio, tenía a su cargo la minuta de la Clínica de John
el niño, sin padre, de Rudy, y a cambio de ello forzaba a Rudy a trabajar en casas y a sustraer joyas y objetos de valor, con gran repugnacia por parte de Rudy que se resistía a ello,pero bajo amenazas con respecto al niño, la obligaba.
Rudy confesó.
Mi padrecito entendió, y obró de la siguiente manera:
La dama ¿ si así debo llamarla?, se quedaria
con el anillo y los pendientes.
Rudy recuperaría a su hijito que viviría en nuestra casa con ella.
¿ O esto, o la denuncia de la dama y tener que devolver las joyas, y los restantes objetos desaparecidos?, fueron las opciones que mi padre le ofreció a aquella egoista mujer de malvado corazón.
Ella aceptó y todo finalizó bien para Rudy y su niño.
Nunca mi padre comentó nada de esto. Yo lo supe años después de su muerte, cuando, sin proponermelo,revisé sus archivos médicos y ví la historia Clínica de aquellas mujeres y niño.
Lo cual me hizo entender la misteriosa desaparición de muchos objetos.
Así era mi padrecito,un hombre bueno
El no denunció,
No censuró aquellas conductas,
No encarceló
Y yo siempre respeté sus sabias decisiones.
Así cuando falleció dejó a John, un legado muy digno, aparte de su afecto y comprensión, para la educación del niño.
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