En los tiempos de navegación a vela, un inexperto marinero recibió la orden de subir al palo mayor del barco para arreglar las cuerdas.
A pesar de que soplaba un viento fuerte, el joven trepó al mástil, e hizo lo que se le había ordenado. Al comenzar a descender, el marinero miro hacia abajo, y al ver cómo se agitaba el barco en el furioso mar de las olas que iban y venían el mareo, el vértigo y el miedo se apoderaron de él. Al sentir que sus fuerzas lo abandonaban, gritó a un compañero que lo miraba desde el puesto de mando “!Me voy a caer!”, -no mires hacia abajo, mira hacia arriba... Le contestó el compañero. Siguió su consejo, y el joven recobró la calma y regresó a cubierta sano y salvo.
Es una tendencia muy común de la gente mirar hacia abajo, a lo que se ha dejado. Y claro, con facilidad viene el desánimo, la desilusión y no raras veces la retirada. !Gran error!, siempre es MEJORAR mirar hacia adelante y hacia arriba. Cuando dirigimos nuestros ojos hacia abajo, nos encontramos con la tierra y el barro. En cambio cuando miramos hacia arriba, contemplamos el firmamento,nos ponemos sueños y alcanzamos metas.
Bien, entiendo que casi todos tus relatos traen una moraleja, que siempre vienen bien. Saludos.