La verdad no tengo de que quejarme, mi vida a sido un vivo deslíz, despilfarro de amor y mezcla de sexo con un poco de locura. No crean que hablo de algo muy interesante de leer, pero si exitante.
Recuerdo la oscura e inmensa noche, aquel callejón negro que daba a aquella casa vieja y ruinosa con la que topaba al final. Caminaba tranquila sin miedo, con las manos sobre los hombros, para disimular un poco el frío que sentía en el pecho, mis arqueadas piernas habían llegado a tal punto de congelamiento que el frío las había tornado de un blanco funebre.
Me apresuré a llegar hacia la vieja casona, para lograr calentarme con una fogata que yacía en su interior.
Entre sollozando a la habitación, observé los despojos de leños apenas encendidos y me pregunté: ¿Quién habría de encender aquella fogata, con el motivo de salvarme de pescar un resfriado?.De todos modos, no me molesté en averiguarlo, solo necesitaba recostarme y descansar los adormecidos y congelados músculos de mis pálidas extremidades.
De repente me adormeció el calor encandecente de una llamarada que desprendió el fuego.Cerré los ojos y comencé a sentirme exitada por una suave y tierna caricia en mis piernas. Sentí como lentamente, aquella persona, rosaba con una pasión animal mis piernas, luego mis luego mis caderas hasta mis senos, podía sentir como se agitaba su respiración, mi cuerpo se encontrataba perdido en un éxtasis indescriptible.
Sabía que esto no era un sueño, pero aún así no deseaba abrir mis ojos, me invadían las ganas de ser poseída por aquel extraño, fue entonces cuando el brusco movimiento del deseo se encarnó en sus manos, separó mis piernas y encayó su cuerpo entre mis muslos, se hechó sobre mi comenzó a besarme y a exitarme aún más con sus manos frotándolas en mis caderas.
Se levantó bruscamente y deslizó sus dedos dentro de mi minifalda, la arrancó con gran furia y pasión. Sentí los escalofríos subir a mi estomago conviriéndose en una fuente de calor.
Desprendió su pantalón, bajó lentamente su bragueta y con un remolino de amor sin sentido, me entregué a aquél desconocido.