Capítulo 3. El plan maligno
Estábamos preparando todo, desde poner la palangana llena de excrementos, poner la cuerda para que se deslicen los globos llenos de pintura y avena con chorizo molido. Tambien pusimos aceites y especias (Martin era alérgico a las especias). Nos costó mucho trabajo, pero...¡Fue muy divertido!
Llegó Martin. Yo vine con tono muy simpático. Me acerqué con cuidado y le solté:
- Hola. ¿Quieres venir a la cocina a tomar algo?
Martin, como era un goloso de primera, vino. Entró por la puerta y...¡Zas! La palangana cayó sobre Martin. Tiró de la cuerda pero... ¡Qué desastre! Cayó sobre Fabiola. Y esta se fue sin decir nada. Se marchó a la habitación de la torre más alta de la granja.

El rebaño de las ovejas estaba en la pradera de la granja.
-Ya sé- dije yo,- tengo una idea-.
- Qué-dijo Fabiola bostezando.
Mira que se lo dije. Se lo dije entre susurros por si Martin nos escuchaba.
Nos pusimos manos a la obra. Allí había una chica, entre el rebaño. Parecía ser una chica muy alta, con el pelo muy oscuro y una diadema de colorines.
- Martin- le dije- eres un completo idiota, ni más ni menos.
Martin fue, quizá para pegarme, no lo podré saber. Claro, solo si se lo pregunto. Corrió y yo me aparte a un lado. Él chocó contra una de las cabras. Y se puso a perseguir a Martin. Le dio un golpe muy fuerte en el costado y Martin se cayó al suelo. Se pegó en la cabeza con el excremento de cabra y...¡Qué asco!
Yo me partí de risa.
- Ja, ja, ja. Ya verás como sale.
Martin tenía la cara roja. Estaba furioso. Seguro que no se quedaría con las manos en los bolsillos, se vengaría.
Ojalá tengamos el valor para pasar todo obstáculo que se nos interponga.
Pero escuchamos unas risas. ¿Sería Martin? Me giré y ví a la chica:
-Ja, ja, ja, ja... Eso te pasa por pesado.
- Oye, ¿Cómo te llamas?- pregunté.
-Elvira.