Hace un tiempo, pasó por un apartado pueblo un caminante que al llegar a él lo primero que vio fue un cementerio.
Decidió entrar a visitarlo.Observando cada una de las lápidas, se percató que todas ellas eran de niños o niñas que no habían vivido más de diez años.En ellas se describía el nombre y apellidos del fallecido o fallecida y a continuación los años,meses y días vividos;pero, nunca más de diez.
Al salir del sagrado lugar,algo inquieto y tremendamente apenado por lo que había visto se acercó a la taberna más cercana en busca de ayuda para su cuerpo y para su alma.
El tabernero le preguntó qué deseaba y el caminante le transmitió su extrañeza y preocupación por la muerte de tantos niños y niñas en ese pueblo y a qué se debía.El tabernero comenzó a reirse a carcajadas y le explicó al extranjero que en el lugar, había una vieja tradición: a cada niño o niña que nace se le obsequia con un cuaderno para que anote en él los minutos,las horas, los días, los meses,...que han sido FELICES en su vida;al final de su vidas, se hace el recuento de su momentos FELICES y esos son los que aparecen en sus lápidas.
¡Ya entiendo!-dijo el caminante, el llegar a cumplir diez o más años de pura FELICIDAD es todo un privilegio.
Jajajajaja, muy buena metáfora, y bien escrita. Mis saludos pues.