Hoy he aceptado que estoy enfermo. Después de varios meses intentando negar lo evidente, no puedo sino reconocerlo. Muchas veces me he sorprendido a mí mismo creando una falsa cortina de humo que me ayudara a no admitir lo que tengo. Pero hoy no ha sido posible. No puedo seguir fingiendo, tratando de pensar que no ocurre nada. Tal vez, si lo afronto, pueda curarme.
Sé que es muy difícil, pero me han hablado de personas que han conseguido superarlo. ¿Por qué no puedo ser yo capaz? Pienso que el primer paso consiste en aceptarlo.
Mucha gente se encuentra en mi situación, y también ellos aparentan que nada ocurre. ¿Por qué no queremos ver lo que nos pasa? ¿Por qué siempre pensamos que nosostros estamos libres de caer enfermos? Es una enfermedad de difícil cura y quizá por ello nos asustemos.
Pero hoy he decidido enfrentarme a mis temores. No puedo seguir así. Al principio empezó con ataques leves, como casos aislados. Pequeños arrebatos de ansiedad, nerviosismo, insomnio. Pero si no lo cortas a tiempo se va extendiendo, adueñándose de tí, de tu vida, de tus actos. No quise verlo, y ahora me domina. He notado que los síntomas son más fuertes por la noche, y en determinados días, que suelen cumplir un ciclo. Empieza con cierta intranquilidad, como si mi cuerpo se percatara de lo que ocurre y tratara de neutralizarlo. Pensar que no ocurre nada, o que no hay base para temer nada sólo empeora la situación.
Comienza en el pecho, con una suave pero persistente presión. Sientes poco a poco una quemazón que se va extendiendo y no puedes evitarlo. Enseguida caes en un estado de ansiedad, la cabeza te da vueltas, la respiración se torna agitada y las sienes laten con fuerza. El único remedio que he encontrado consiste en tumbarme en la cama, tratando de serenarme y convenciéndome de que todo va bien. Al principio la habitación se te queda pequeña, las paredes se acercan inexorablemente. Sientes ganas de gritar, de salir corriendo y dejar atrás el problema, de golpear sin control.
Tengo miedo. Hasta ahora he sido capaz de controlar mis impulsos, pero sé que de seguir así, degenerará en violencia. No es raro encontrase casos de personas que han cruzado la delgada línea, muchas veces tan sutil, entre la cordura y la locura. ¿Y por qué no? me cuestiono ultimamente. Noto que cada vez es más dificil discernir lo que está bien de lo que de verdad siento. ¿Hasta cuando podré aguantar? Siento que las fuerzas me abandonan, que un ataque un poco más fuerte romperá por fin mis defensas, convirtiéndome en lo que con tanto celo trato de evitar:un animal sin parte racional. Me asusta pensar que me atrae ese odio visceral que en mí se despierta. Y entonces, seré capaz de cualquier cosa,sin importarme nada ni nadie.
Así que he decidido pedir ayuda. Es la única solución posible. Hoy por fin he aceptado que estoy enfermo: los celos me están matando.