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LA VIRTUD DE BORDEU

Bordeu tenía una don: los muertos que él enterraba reiniciaban su vida de fantasmas al otro lado del paredón del cementerio.
Así, los lugareños se asomaban por sobre el muro y podían ver a la media docena de viejos que habían muerto desde de la llegada de Bordeu, disfrutar con paradisíaca inocencia de un más allá al alcance de la mano. Esto, de más está decirlo, llevó a los lugareños a perder por completo el miedo a morir. Ya que ahora, a la paz de un caserío engarzado en un valle propio de cuento, se sumaba una media docena de viejos que bailoteaban como saludables fantasmas en el impalpable espacio que la magia de Bordeu había inaugurado más allá del cementerio. Disciplinados y creyentes, a ningún pueblerino se le cruzaba por la cabeza saltar el paredón para correr a palpar de qué se trataba esa magia. Era cosa de Dios, sin duda.
Un día llegó, sin embargo, en que el pueblo entero se vio golpeado por un estremecedor siniestro. Una emanación de monóxido de carbono, acabó con ocho alumnas del Colegio de Señoritas local.
Pasado el estupor inicial, comenzó a circular el consuelo de que el virtuoso enterrador podría hacer que el choque fuera menos funesto a parientes y vecinos. Uno de esos que siempre ven un poco más allá, entre tanto, señaló que en el poco tiempo que Bordeu llevaba entre ellos sólo habían muerto hombres, hombres viejos, y que no se podía saber a ciencia cierta lo que ocurriría en el caso de unas inocentes muchachas.
De todos modos, se pusieron las mujeres a preparar litros y litros de café fuerte, para que Bordeu no se durmiera durante el tiempo que le llevaría enterrar todos los cuerpos, mientras los hombres lo acompañaron al son de guitarras tristes y lamentos de aguardiente. Luego de treinta horas seguidas de trabajo, Bordeu durmió un día entero.
Al despertar, no sin ansiedad, Bordeu se dirigió al muro. Por las miradas que le echaban los miembros de la comisión entendió que algo había salido mal. Se asomó y vio que allí estaban las seis muchachas como si ninguna hubiera muerto. Pero en lugar de sentir puro regocijo, se agarró del muro con fuerza, abrió ventanalmente los ojos y dejó caer el labio inferior como si le pesara diez kilos. Del otro lado de la vida, la media docena de viejos y las muchachas estaban comportándose como si en el más allá no existieran las buenas costumbres, como si en el más allá la única cuestión a considerar fuera la saciedad de los placeres más elementales.
Por esta razón, los hombres de la comisión habían decidido que las señoras del pueblo no debían asomarse al paredón hasta nuevo aviso. Claro que ellas no fueron tan tontas como para no imaginar lo que estaba ocurriendo. Y mucho menos la señora de Paredes Castro, cuyo marido, el más respetado de los profesores, había muerto de repente, (se hablaba, por lo bajo, de suicidio), unas horas después de conocida la noticia de aquel teatro de inmoralidades ultraterrenas.
-No, no, no, no y no –vociferó la viuda de Paredes Castro al acabar la misa-. A mi marido lo va a enterrar alguien menos virtuoso que usted, señor Bordeu.
Y así fue. La mujer se encargó de llamar a un enterrador como cualquier otro y ocurrió con el profesor Paredes Castro lo que siempre había ocurrido con todos los muertos hasta antes de la aparición de Bordeu. Nadie nunca jamás volvió a verlo; ni unas horas más tarde, ni dos días después, ni a los tres meses. Su mujer no necesitó asomar siquiera un pelo de su nariz por sobre el muro para estar segura de que su marido no andaba mezclado en esa orgía eterna.
Entonces, nuevamente, la duda se enseñoreó de la comunidad. ¿Quién no tenía un enemigo? ¿Quién no era envidiado? ¿Quién estaba realmente a salvo de no correr la suerte del doctor Paredes Castro?
Entonces, nuevamente, todo el pueblo volvió sentir miedo a morir.
Datos del Cuento
  • Autor: Fabian
  • Código: 8632
  • Fecha: 25-04-2004
  • Categoría: Sin Clasificar
  • Media: 5.81
  • Votos: 48
  • Envios: 1
  • Lecturas: 3581
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
blas
invitado-blas 26-04-2004 00:00:00

Está muy bien narrado y es ingenioso. Espero que envíes más cosas a la página. A ver si el nivel poco a poco va subiendo. Saludos.

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