- Dios… . - Suspiró. - Estás tan frío, congelado.
- Lo siento.
Esas palabras se sumergieron en el aire, trayendo consigo los recuerdos de las primeras miradas, la primera vez que hablaron; El reloj, el caminante estrecho en un camino abierto, el café…
- No lo sientas, no fue tu culpa. La lluvia fue quien te enfrió.
Después de esas palabras, Kathe se apretó contra su torso. No quería soltarlo, al estar junto a él se sentía extrañada, Lo que siempre había pensado, ahora era verdad. "No existe la felicidad completa, a menos que sea con tristeza." Por que se sentía feliz, pero al mismo tiempo se sentía triste, melancólica, tensa, pero, por sobre todo, se sentía extrañada.
- Siento lo que hice, Kathe. Yo no…
Sebastian con su mano levantó la cabeza de la joven que estaba hundida en su pecho, le miró con lagrimas en los ojos, empezó a emitir sonidos convertidos en palabras, pero antes de que continuara con su disculpa, la joven llevó la mano a la boca de Sebastian, lo hizo callar con un susurro. Deslizó sus dedos por los labios que tartamudeaban enfrente de ella, en una especie de baile bajó al mentón, luego le rozó suavemente el cuello, para así terminar en el antebrazo del joven.
- Estas tan frío. - Dijo de nuevo, esta vez con la voz entrecortada. - No te disculpes más, déjame abrazarte para darte calor...