Camine temprano,
mi palo de pesca y yo.
Llegue a un gran pozo;
los bordes eran color piedra:
gris y negro brillante.
Me acerque y antes de pescar,
mire cuan profundo era el pozo.
Lo único que vi fue:
algo así como un hueco negro.
Me quede observando el fondo
y sin querer escuche algunos ruidos.
Eran algo así…
como una canción dulce
y de vez en cuando…
como un lamento triste;
grite muy fuerte y al pozo le dije:
- ¿Que son esos sonidos?
Escuche mi propia voz que se repetía
una y otra ves;
y al final, sorprendido,
escuche unas risitas.
Le dije al pozo que me hablara.
Escuche de pronto un quejido,
como una suplica,
una vez y muchas veces más.
Me tape los oídos,
pero aun los seguía escuchando.
Entendí que deseaban ser amigos.
Les hable con calma y cordura,
y de todos ellos juntos salio una voz,
que me decía:
- ¡Libéranos!
- ¿Que debo de hacer?; les dije.
Y me respondieron:
- Echa tu palo de pescar.
- ¿Y que pongo de anzuelo?; les dije.
Y escuche:
- Pon un pedazo de tu corazón;
solo así podremos salir de aquí.
Cogí el anzuelo y sin pensar,
lo clave dentro de mis carnes
y saque un poco de mi corazón.
Eche mi palo de pescar,
y cuando quise sacarlo,
pesaba tanto, que de un tirón
y de un zarpaso,
me arrastraron dentro del pozo.
Caí y caí…
hasta que todo se hizo color negro.
Ahora me hallo en mi oscuridad,
esperando a un niño a quien hablar,
desde mi profundo pozo negro.
GRACIAS JOE POR ENSEÑARME TANTO, ATRAVES DE TUS CUENTOS ..UN BESITO DE LA CHILENITA TRISTE DE LA COSTA...CHAUUUUUUUU