Faltaban solo una par de horas. El macuto estaba preparado desde hacía varios días con todo lo necesario, ropa de abrigo, un impermeable, una linterna, cantimplora, el neceser, un saco de dormir... Todo lo necesario para sobrevivir durante quince días. Llevaba planeando ese viaje casi desde hacía dos años, y después de luchar con su jefe en el trabajo para conseguir unos días libres y de convencer a su mejor amigo para ir juntos lo consiguió, nada podría estropear su viaje a Asturias.
Su plan consistía en lo siguiente; a las seis se levantaría, haría la comida para ese día, se despediría de su hermana pequeña con una nota cariñosa por que llevaba una temporada algo triste, y cogería el tren hacia Madrid donde su amigo Luis le estaría esperando para marchar en coche a Los picos de Europa.
El destino había no había sido elegido al azar, hacía dos veranos que conocía la zona debido a que una vez hizo el camino de Santiago y pasó por allí donde conoció a Sandra, gracias a la cual su vida cobró un nuevo sentido, y cuyo amor provocado en él era capaz de llevarle a hacer locuras, como por ejemplo viajar hasta su casa sin avisar para pedirla que se casara con él...
Cuando terminó de hacer la comida (que por cierto salió fatal por los nervios) le escribió una carta de despedida a su hermana, la más bonita que jamás le había salido, cogió su macuto y salió corriendo hacia la estación de Alcalá, llegaba tarde y vio su tren marchar justo cuando él entraba al anden.
“Bueno, tendré que ir en el siguiente”... Mientras esperaba le escribió un mensaje a su amigo Luis por el móvil y retrasó la hora de la cita para no hacerle esperar. Aunque había perdido el tren era feliz, por fin su sueño se iba a cumplir, nada podría detenerlo, mirara a donde mirara, todo le provocaba una sonrisa repleta de ilusión.
El tren llegó, se subió dentro y todo le seguía pareciendo un mundo ideal, la gente, obreros y trabajadores, a pesar de dirigirse a su lugar de trabajo, le provocaban buen humor, un joven le cedió el sitio a una anciana, que le contestó con una sonrisa, una niña pequeña que iba con su madre jugaba entre los asientos y las piernas de otras personas...
Todo parecía perfecto...
El trayecto en tren estaba apunto de finalizar, llegaría a la estación de Atocha en escasos cinco minutos, miró la hora, las siete y media, su cabeza se giró hacia un punto del vagón que antes no había mirado sus ojos se clavaron en una mochila que había tirada en el suelo, sin dueño. Decidió no preocuparse por que alguien hubiera perdido la mochila porque nada podía estropear su viaje, así que siguió mirando a la niña pequeña que jugaba.
De pronto un ruido ensordecedor sonó a su izquierda, y algo caliente y grande le empujó hacia un extremo del vagón. Su cabeza daba vueltas y le dolían los oídos de forma preocupante, abrió los ojos y lo que vio le horrorizó, había un hueco en el vagón del tren y se veía el cielo entre un amasijo de hierros, a su alrededor la gente se arrastraba por el suelo encima de otras personas tiradas en el suelo y entre ese hervidero de sangre y de miembros despedazados estaba su mochila.
No podía creer lo que le estaba ocurriendo, cuando intentó incorporarse otras dos explosiones en otros vagones tuvieron lugar y acertó a ver como dos cuerpos salían despedidos por las ventanas de los otros vagones, no se podía quedar así, a pesar de su dolor de oídos se encontraba bastante bien, no podía dejar que la gente sufriera así, de modo que se volvió a incorporar con la idea de coger su mochila y sacar fuera del tren, que estaba ardiendo, a la niña pequeña, que no paraba de llorar llamando a su madre.
Cuando se agachó a por su mochila escuchó un teléfono móvil entre la confusión, era el suyo, estaba tirado en el suelo y en la pantalla se podía leer “Sandra Asturias”. Le estaba llamando a él... por un momento se le olvidó todo lo que le estaba ocurriendo y lo único que quería era contestar a la llamada, estiró su brazo e intentó coger el teléfono, pero fue inútil, su mano no podía elevarlo, después del tercer intento se dio cuenta de que no había sentido contacto físico con el teléfono. Algo no marchaba bien, la niña seguía llorando, el móvil seguía sonando y la mochila seguía tirada en el suelo alrededor de un montón de gente que luchaba desesperada por salvarse y por encontrar a sus conocidos. Se sintió más confuso aún, quiso recoger su mochila del suelo, ya cubierta de sangre pero no fue capaz, de nuevo su mano pasaba por encima del asa sin poder sentirla.
Desesperado se giró sobre si mismo, saltó, gritó de rabia y corrió por el vagón pero nadie le hacía caso, todo el mundo estaba preocupado en otras cosas. De pronto supo que no podría contestar a Sandra, que jamás podría pedirle que casara con el, ni podría realizar el viaje con su amigo Luis, y que jamás volvería a escribirle ninguna nota a su hermana, pues acababa de descubrir su propio cuerpo tirado en el suelo del vagón y comprendió que en ese momento él no era más que una esencia de rabia y de frustración castigada a haber contemplado el día de su propia muerte...
200 personas perdieron la vida en un atentado cuyas causas eran una guerra en la que no habían tenido nada que ver, 200 ilusiones se apagaron en Madrid en un tren de estudiantes y trabajadores que hacía un año dijeron que no querían guerras, y que no fueron escuchados.
En memoria de todas la víctimas del atentado del 11 de Marzo en la red de cercanías de Madrid.
BASTA YA
Sencillamente no encuentro palabras para... ya ni se! Solo quiero decir que es totalemente increíble, las vueltas que da la vida... Y cómo en el mundo viven millones pasando cosas inimaginables! He entrado a leerte, por curiosidad... He visto tal vez mucho movimiento tuyo hoy y me llamó la atención... Simple y sencillamente esta muy bueno. Me hiciste llegar muy dentro el mensaje que transmites en esta historia... Increíble! Que ese mismo dia mientras personas sufrían... Yo dormía... Aún sigo confusa... Y cuando recuerdo algo de ese tema me duele en serio.. Que en el mundo hayan personas causando mal semejante! Felicidades por tu historia!