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La Estrella de Belén

Dedicado a los amantes de la buena letra: Celedonio de la Higuera, Juan Andueza G. y Jade 4
Desde hacia varios días atrás me sentía atraído por aquella enorme estrella que destacaba en el horizonte; Belén de Judea, la pacifica aldea de pastores y sitio de paso para las caravanas comerciales provenientes de Idumea con destino a Samaria y Galilea, y aun más lejos con destino hacia Siria, se vestía de fiesta, en esta época del año coincidían las caravanas que iban con aquellas que regresaban, el intercambio entre ellas daba cierta soltura económica al pequeño poblado, posadas y pensiones no eran suficientes y los forasteros se ubicaban hasta en las casuchas de los pastores quienes recibían en pago esencias y especias exóticas, telas y granos e infinidad de cosas exquisitamente valoradas por su lógica escasez. Sumado a esta situación estaba el censo que recientemente había sido ordenado por el emperador Cesar Augusto y que había traído a naturales de la zona de regreso para cumplir con el edicto. Yo había decidido permanecer en las montañas con mis rebaños, ya que había alquilado mi pequeña casita a un grupo de mercaderes procedentes del Líbano, que se dirigían hacia cierta parte del Mar Arabá en busca del famoso asfalto de esa zona, el cual era muy apreciado por los fabricantes de embarcaciones y de las sales minerales ya extensamente conocidas por sus propiedades terapéuticas. Mis días en la montaña me habían permitido dedicarme con mayor entrega a la oración y a la meditación sobre los libros sagrados conciente de que mis huéspedes darían apropiado uso de mi propiedad. En los soleados días me dedicaba a colectar huevos de codornices y a atrapar palomas salvajes con una técnica que conocían mis descendientes desde tiempos ancestrales, lo hacía sin saber porque ya que yo solo comía lentejas y bebía leche de cabras sacrificando mis mundanos apetitos en alabanza al Dios de los ejércitos. Mi sueño en las noches era a veces interrumpido por el bramido inquieto de mis ovejas a las que sorprendía viendo detenidamente a la enorme estrella que apuntaba en dirección hacia Belén, chequeaba entonces mi botín de palomas y huevos de codornices, un hermoso manto que me habían regalado los mercaderes, oraba a mi Dios, meditaba en las palabras de los profetas y entonces dormía con una paz inusitada. Una noche contemplaba el cielo estrellado, me embutía en mi vieja frazada de lana para contrarrestar el frío y observaba junto a mis ovejas a la gigantesca estrella cuando observé a un grupo de pastores que portaban paquetes y envases y bajaban presurosos hacia el poblado, en seguida y sin saber por que tomé las palomas, los huevos y el manto y me uní al grupo preguntando a donde se dirigían, ¡a nacido un santo, ha nacido un santo! era el grito generalizado, los pastores cantaban cánticos de alabanza y gozosos parecían seguir a la gigantesca estrella que amenazaba con caer sobre el humilde poblado, un antiguo amigo se me acercó y me dijo – bienaventurado somos, vamos a ver al hijo de David, hoy ha nacido aquel de quien hablaba el profeta Isaías – Una especie de escalofrío recorrió mi espalda, varias de mis ovejas caminaban a mi lado y se unieron mucho a mi y continuaron así hasta que llegamos al destartalado pesebre donde una muchedumbre impedía la visión del acontecimiento, como pude me llegué hasta la pareja que celosa protegía al hermoso niño de las miradas curiosas, extendí mis brazos cargados de los humildes presentes hacia el hombre que protegía con su grueso cuerpo la virginal humanidad de la joven madre y de el niño, miré al bebé y pude contemplar lo que pareció la más hermosa de las sonrisas jamás dada por ser alguno, y me la había dado a mi, privilegiado era yo entre tantos pastores, afuera, los que ya habían visto al recién nacido cantaban y se alejaban en dirección a las montañas loando a nuestro Dios, mientras yo comprendía en ese instante la profundidad de las palabras del Rey David y del profeta Isaías cuando muchos años atrás nos hablaron del salvador que había de venir.

San Lucas Cap: 2

. 4 Entonces José también Subió desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David que se llama Belén, porque él era de la casa y de la familia de David, 5 para inscribirse con María, su esposa, quien estaba encinta. 6 Aconteció que, mientras ellos estaban Allí, se cumplieron los Días de su alumbramiento, 7 y dio a luz a su hijo primogénito. Le Envolvió en pañales, y le Acostó en un pesebre, porque no Había lugar para ellos en el Mesón. 8 Había pastores en aquella Región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. 9 Y un ángel del Señor se Presentó ante ellos, y la gloria del Señor los Rodeó de resplandor; y temieron con gran temor. 10 Pero el ángel les dijo: --No Temáis, porque he Aquí os doy buenas nuevas de gran gozo, que Será para todo el pueblo: 11 que hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, que es Cristo el Señor. 12 Y esto os Servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. 13 De repente Apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios y Decían: 14 --¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres de buena voluntad!

Feliz navidad a los amantes de Buscacuentos
Datos del Cuento
  • Categoría: Religiosos
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
Celedonio de la Higuera
invitado-Celedonio de la Higuera 29-12-2003 00:00:00

No sabes la emoción que he sentido al ver que me has dedicado tu cuento junto con otros estupendos escritores. Por eso te doy sinceramente las gracias. Pero también me ha impresionado la preciosa narración que nos sitúa muy bien en el acontecimiento central de la navidad. Una historia muy bien construida, sin duda estás muy bien informado sobre la situación histórica del Israel de entonces, y sobre todo expresas en tu cuento el verdadero sentido de la Navidad: Dios ha venido ha estar entre nosotros. Dichoso aquel pastor que contempló con sus ojos la sonrisa del recién nacido. Que Jesús te siga acompañando durante este nuevo año que se avecina. Un abrazo.

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