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Categoría: Historias Pasadas

Nostalgia de un amor

Tatiana y Claudio habí­an nacido en Francia en un pueblo del interior de los Alpes, llamado "Saint Verán" centro este, haciendo frontera con Italia y Mónaco.
Sus casas estaban distanciadas, pero las familias todas las navidades lo pasaban unidos,cantando sus villancicos al calor de la lumbre, nunca perdieron el contacto, siempre que podían se visitaban y los niños se hicieron como hermanos, cuando podían se juntaban.
El pai­saje era realmente maravilloso, digno de ver con sólo mirarlo extasiaba. Las montañas siempre estaban cubiertas de nieve, los niños disfrutaban haciendo travesuras con ella, cada vez que se veían repetían los mismos juegos. Desde bien pequeños, se bajaban a la pradera, allí­ se contaban sus hazañas. La niña se diferenciaba por su belleza, poco usual en aquellos lugares, sus cabellos rubios y sus ojos azules no pasaba desapercibidos, siendo la admiración de los padres de las niñas de su misma edad.
Ella fue creciendo en belleza, era alta, delgada y unos andares que quitaban el sentido.
Él, pelo castaño, alto, ojos negros, corporación de atleta y su tez curtida por el sol.
Los años pasaban eran dos opuestos jóvenes,no podían estar un instante sis verse cada vez se echaban más de menos.
Entonces se dieron cuenta que el amor había brotado en sus corazones y decidieron comunicarlo, se hicieron novios, sus padres lo vieron bien y lo aceptaron.
Claudio era pastor, todo los días salí­a con sus ovejas a pastorear.
Él querí­a para Tatiana, otro porvenir, así­ que habló con ella, le dijo que se irí­a a otro país y cuando se hiciera de fortuna todo sería distinto para ellos.
Se marchó, escribí­a a su novia, todas las semanas le contaba que las cosas le iban bien, que si seguían así a su regreso contraerían matrimonio.
Tatiana deseaba que llegara pronto ese dí­a.
Pasaron más de dos años y dejó de escribir, las cartas que ella le mandaba, eran todas devueltas.
Ella no pudo enterarse que le habría podido pasar.
Fue un impacto tan fuerte que cayó enferma, le costó salir adelante, pero con el tiempo lo superó. Pasaron varios años y fallecieron sus padres y también los de Claudio.
Allí­ se encontraba sola, aunque la pretendieron nunca quiso casarse, guardaba en su corazón el recuerdo de aquel gran amor de su vida. A veces se preguntaba que habrí­a sido de Claudio, pero todo era silencio lo que obtení­a por respuesta.
Algunas tardes se bajaba a la pradera,para revivir los momentos, donde habí­an sido tan felices.
Se encontraba apenada, aquel lugar ¡le recordaba tantas cosas! Así ­que decidió marcharse, allí se asfixiaba todo lo que miraba le recordaba a él. Querí­a olvida el pasado, pensar le hacía daño y enfermaba, batallaría para liberarse de esa obsesión que la destruía.
Se marchó a la ciudad, empezó a conocer nuevas amigas de esa forma mitigaba su desengaño.
Por las mañanas, se iba a dar sus paseos al parque que estaba cerca de su casa. Unos de esos dí­as de los que salió a caminar, cuando terminó de andar se sentó en el banco de siempre, entonces vio venir a un hombre encorvado andando con dificultad, su mano estaba temblorosa la apoyaba en un bastón para afianzarse y no caerse. ¡Buenos días señora!, ¿puedo sentarme? Claro que puede sentarse.
Como si la conociera de siempre empezó a contarle la historia de su vida.
Le habló de su juventud, que había tenido una novia y estuvo a punto de casarse, pero por circunstancias no pudo unirse a ella,
por que se fue a otro país para hacer fortuna.
Otra mujer se cruzó en su camino y se olvidó por completo de la que le juró amor eterno.
Después de sacarle el dinero lo abandonó y gracias a unos amigos pudo regresar a esta ciudad.
Conforme él le iba relatando los hechos, reconoció al hombre que habí­a querido más que a su propia vida, lo miró fijamente a la cara, ya no sentí­a ese sufrimiento que día y noche la atormentaba.
Él se levantó y le preguntó, ¿volverá usted mañana? Así le­ seguiré contando las cosas que me siguieron sucediendo mientras estuve fuera de mi país, ella ni siquiera le contestó,lo vio alejarse hasta que se perdió de su vista.
¿Cómo podí­a ser posible que no la reconociera?
Estaban el uno en frete del otro y eran dos extraños. Tatiana ya no quiso volver más a aquel parque, no esperaba encontrarse otra vez con él.
Logró la tranquilidad que anhelo tener. Al final de sus años lo consiguió, apartó de su mente los recuerdos que tanto daño hicieron a su corazón.
Ya tuvo bastante dolor almacenado, sólo deseaba
sosiego en su alma y lo encontró.
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